viernes, diciembre 26, 2014

Abducción. El Búho

El Búho
Dara estaba sentada sobre la mecedora en el jardín como todos los días solía hacerlo, vestía un pijama rosa de dos piezas junto con una bata del mismo color, descalza, con la mirada perdida mas allá de la pared. Se encontraba en una situación que la tenia pensando una y otra vez en la misma escena, el mismo sueño, ¿realmente era un sueño? ¿Una pesadilla? ¿O era la realidad? Cualquiera que sea, no podía sacarlo de su mente, estaba estancada, confusa y en cualquiera de las tres opciones, era tan real. Había soñado hace más de tres semanas lo que la ha llevado a la soledad a tiempo completo y a internarse en sí misma.

            No sabía si realmente se estaba volviendo loca, perdida entre la realidad y la fantasía. Esas noches en las que se encontraba en un laberinto sin salida, solo podía ver luces que venían de todos lados sin saber exactamente la razón por la que se encontraba ahí. Caminaba temerosamente y por las esquina de cada pasillo solía acercarse lentamente tratando de encontrar algo o alguien. Nunca encontraba nada. Continuaba en la búsqueda de alguna puerta que la llevara a una salida pero, ¿cómo encontrar la salida en un lugar donde no ha estado nunca? ¿Hacia dónde la llevaría? ¿Y por qué? Nunca sabía la respuesta.

            Era tanta su aflicción que dormía solo para soñar lo mismo hasta poder encontrar una respuesta. Había noches en las que no soñaba nada, otras en las que no era el mismo lugar pero, en ese estado de sueño, el más profundo, era cuando realmente podía entrar en ese mundo lleno de dudas y soledad. En los días no paraba de pensar, no existía la sociedad, la vida, ni las apariencias… era solo ella y su sueño. Eran semanas en las que un baño no calmaba las ganas de saber cuál era el misterio que dominaba el sueño, que era lo que tenía que saber o buscar, que tenía que encontrar, era un aviso sobre la realidad o algo que perturbaba su mente. Los psicólogos no la podían ayudar, no la entendían o ella no sabía explicarse, no expresaba las palabras adecuadas o no existían.

            Esa noche decidió que sería la última en soñar la misma escena, estaba cansada y perdió mucho tiempo solo por encontrar una respuesta que llevaba a mas preguntas sin resolver. Se acostó en la cama viendo al techo, acomodó sus sabanas y finalmente suspiró. Afuera se estaba cayendo el cielo en una gran tormenta, parecía el momento perfecto para dormir y lograr adentrarse en su propio subconsciente, cerró los ojos, inhalo y exhalo profundamente y trató de dormir, hasta que… escuchó unos ruidos, abrió los ojos enormemente y observó su habitación. Todo parecía normal. Escuchó unos pasos a lo lejos fuera de su habitación, su corazón palpitaba energéticamente, podía escuchar sus propios latidos en su cabeza, así como su respiración agitada. Se levantó de la cama, camino hasta la puerta, tocó la manija y pensó dos veces antes de intentar abrirla.
            En su mente había una batalla interior entre regresar a la cama y saber lo que estaba pasando afuera. Era irónico que en sueños buscara el misterio y en la vida real se echara para atrás, abrió la puerta y salió inmediatamente hacia al pasillo…La sorpresa… era el mismo pasillo que había visto en sueños, era sorprendente y a la vez tenebroso, escuchó unos pasos, siguió el sonido y como era predecible, en cada esquina del pasillo se acercaba lentamente para ver si había alguien o “algo”. Continuó caminando, de repente se encendieron las mismas luces, el mismo pasillo, la escena… esta vez no se quedaría con la duda, apresuró el paso y al encontrar la primera ventana encontró algo más, un búho. El animal la observó profundamente,  la había desnudado con la mirada, vio mas allá de sus ojos; ella sintió que le habían robado el alma, el aire era denso y le costaba respirar, el miedo se apoderó de su cuerpo y ella no era la misma. El búho estiró sus alas hasta que lentamente se perdió en los destellos, es ahí cuando supo que lo que seguía no sería algo bueno, caminó buscando por donde salir, una puerta o una ventana, pero era un laberinto sin salida, una ratonera.  Escuchó pasos profundos acercándose a ella, el miedo la envolvió, sus nervios estaban colapsando y  lo único que le quedaba por hacer fue gritar…

            Sus gritos desenfrenados e histéricos la despertaron en su cama, sudorosa y con sus ojos llenos de temor. Ahora lo entendía todo, buscaba respuesta a lo que no quería saber, nadie deseaba hacerlo. Todas las noches eran iguales, las mismas luces, el pasillo y la respuesta, no podía decirle a nadie lo que había visto, su familia la creería loca. Respiró profundamente, se acostó de nuevo, cerró los ojos y al abrirlos, la poca luz que entraba por la ventana y se reflejaba en la pared mostraban una sombra muy familiar para entonces, volteó a ver a la ventana y vio al búho parado en la ventana observándola. Escuchó pasos y supo que vendrían por ella, a pesar de no saber quien vendría, su mirada estaba atenta a la puerta hasta que en la ventana alguien se había posado, era una imagen deforme que no había visto nunca… Un hombre o si se podía decir así con cabeza de león, cuernos de cabra en la frente, con garras en vez de pies, alas de águila y cola de escorpión estaba observándola. Su corazón se congeló y lo primero que emanó de su boca fue un grito profundo y agudo.


            Despertó de nuevo y supo que había sido una pesadilla, lagrimas de alivio brotaron en sus ojos, la calma llegó de nuevo. Esa noche no pudo dormir y al salir el sol se sentó en la misma mecedora con la misma pijama, observó más que la pared, recorrió toda su casa como nunca antes lo hizo y esa misma noche al acostarse llevó consigo un revolver, al poner la cabeza en la almohada colocó el arma en la sien, ya no podía pensar, jaló el gatillo y una brisa de sangre pintó la pared mientras un búho por la ventana observaba al cuerpo sin vida de Dara.         

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