domingo, noviembre 25, 2018

El cuaderno lila

Dentro de sus páginas se encuentran los pensamientos más intensos, esos que no puedo escribir en un archivo de word, tampoco en un blog. Es como todo eso que no quiero decir pero debo expresar y sin embargo, se quedan escritos sin esperar a que alguien los lea. 
Es uno de los tantos cuadernos que he llevado conmigo, que he dejado en casa y que dejo a la vista de todos porque nadie tiene el interés de leer. Al menos, no un cuaderno que parece tener apuntes escolares. Es muy bonito por fuera, da esa sensación de cuaderno viejo pero en un color no básico. Lo compré antes de mudarme y hasta la fecha no he logrado llenarlo. Cada uno de sus pensamientos tiene fecha, a veces pasan meses que no escribo nada dentro de él. Últimamente no lo he hecho y es de esas ocasiones tan particulares en las que me pregunto si realmente escribir es parte de mi vocación... A veces lo dudo tanto, porque no tengo el ego. Porque no me gusta acaparar la atención, soy apática por momentos y en otros, soy tan invisible que la gente puede pasar de largo. 
He pensado que si algún día tengo éxito seguramente pondría a alguien más a exponer mis ideas o explicar mis libros, porque a mis 29 años aún me da pánico hablar en público. Si quiero decir algo, mejor lo escribo, porque así ordeno mis ideas. 
Verán, para todas las personas que me han dicho que soy fría o no tengo una opinión al respecto... El momento en el que tengo esa atención, toda ella hacia mí, es como si me partiera en dos y otra versión de mí me dijera "no lo digas", "no llores", "no te rías", "¿así te vas a quedar?", "di algo", "déjalo ir", "¡Huye!"...
Normalmente no huyo pero, me muestro impasible. Siempre hago eso cuando siento mucho. Tengo ese dilema entre lo racional y lo emocional, mientras tanto, por fuera todo parece normal. 
En el cuaderno lila es, pues, donde se quedan todos esos pensamientos intensos que no puedo compartir con el mundo. 

viernes, noviembre 23, 2018

De noticias malas a noticias malas

Normalmente cuando me siento mal escucho música, escribo (a veces), cocino o veo una película (porque leer un libro se me hace más comprometedor y no quiero dejar otro en la pila de los pausados). 
Ayer, me tuve que exiliar de las redes sociales y no contesté ningún mensaje, ninguna notificación de Facebook y me centré en dormir temprano. Eran las 10 de la noche, cerré los ojos y me quedé dormida. Ese mismo ayer, al mediodía estaba al borde de un infarto. Fue lo más horrible y más confuso que he sentido en toda mi vida. Me había enojado con todos y recibía más malas noticias de todo con tiempo límite encima. 
Caminé por todo el departamento (el cual no es muy grande) tratando de apaciguar esa furia mientras me mantenía la mano en el pecho, sintiendo esos recorridos raros sobre la espalda y el corazón. Mi brazo izquierdo, a veces sentía que no era mío o que al menos, no funcionaba de la misma manera. Estaba enojada. Intentaba respirar pausadamente y trataba de pensar en soluciones para ese momento. De lo que estaba segura es que no quería morir frente a una computadora, en bata de dormir y por un trabajo en el que di parte de mi tiempo y aún así, sin poderme titular. Si, ahora es lo que puedo pensar que es lo más importante en mi vida. 
Hasta me fui a un estacionamiento, detrás de un taxi a comerme una dona de chocolate, sentada, mientras me preguntaba ¿Por qué no pude tener un pinche día tranquilo en este semestre? Era un sentimiento de amargura, enojo, depresión y todo fue tan cíclico que empecé a dormir de más para no sentirme de ninguna manera ( sólo jodiéndome la espalda de estar acostada). Rogué para dejar de pensar o sentir por un rato pero no es como que le pueda poner una pausa a la vida. El mundo no se detiene mientras una se lamenta por lo que le pasa o le deja de pasar.  
Desperté hoy con la idea de NO enojarme. Iba a tener una tarde tranquila, no felicidad pero no más arranques de enojo. Si de algo me jactaba era de tener una presión sanguínea y corazón sanos, la vida siempre te demuestra que te equivocas... 
Me estaba quejando sentada en una banca sobre todo lo que había pasado el día anterior y llega un amigo a decirnos, cosa que no quería decir, que estaba más enfermo de lo que pensaba. Verán, empezó a platicar sobre su cita médica y de pronto, me paré a abrazarlo. Lo abracé y empecé a llorar. Pensé: Tiene sólo 21 años, toca un sinfín de instrumentos, es inteligente, así como lo pueden ver tiene suerte con las mujeres (aunque se le acercan medias locas, algunas), visita a los niños con cáncer. Quiero decir, ha hecho más cosas en su vida y por los demás que lo que yo he hecho en mi vida por mí misma. Sé que cada quien hace las cosas porque quiere, algunos parece que nacieron para servir al prójimo y otros como yo, parecemos robar oxígeno. 
En fin, mis problemas se hicieron pequeños a su lado. Realmente, no supe qué decirle y no tenía palabra alguna. Quería en ese momento, deseaba, tener una sola palabra reconfortante para alguien que tiene un camino exitoso por delante. Me preguntaba "¿Eso es todo? De verdad, ¿merece tener demencia y parálisis? Luego pensé: No puedo verlo rindiéndose a la enfermedad. No puedo. Debo hacer algo... No puedo decirle "todo va a estar bien", si ya sabe que no. No puedo sólo estar con él y ver cómo la enfermedad se lo está llevando por pedazos, siendo solamente espectadora. un día me recordará y al otro, no. 
Espero ser lo suficientemente fuerte y ser buen apoyo para cualquiera, que esté en mi vida ahora o después, mientras yo tenga vida.  

jueves, noviembre 22, 2018

El Escritor

Él nunca termina, nunca está conforme, nunca duerme. Las puestas de sol, los mediodías y las medias noches le pasan por la ventana. Encerrado en su habitación con una vieja pluma y papel amarillo. Pasan las horas y no sabe ni cuando fue que durmió. Se recuerda en la cama jamás despertando, jamás viviendo. 
Es el escritor, se le escapan las letras en el sueño, se le van las ideas en un parpadear. Está soñando, tal vez no. Se recuesta en su cama y no lo sabe porque sueña que está frente a la ventana, viendo renacer al sol sin verle morir. 
No recuerda cuando fue la última vez que salió a sentir el aire, si lo sentía en el corazón. Jamás sintió ese agujero en el pecho que de una u otra manera creció. 
Vuela el papel, vuela la pluma. Vuela la almohada lejana a la luna. Vuela el sueño, se va con Morfeo. 
Las cosas siguen su rumbo, ¿a dónde va el escritor? Perdió la cabeza, perdió el corazón. Entre mil hojas amarillas y un montón de palabras rotas que no pudo escribir. Dejó aquella historia a medias, de ese sueño que parecía socavón con labios carmesí. 
Vivió poco, durmió nada y escribió tanto. Se asomó por la ventana, esa pequeña ventana que sólo le dejó ver el sol. 
Rasgada está la pared pintada con cal donde colgó sus dibujos, ese color a tinta sangre con el que bañó sus tristezas, ese abrazo atizado que le devolvió el hambre, hambre de vivir cuando ya no podía hacerlo mas. 
Devoró su cuerpo con nostalgias que no le dejaron ver que había muerto viendo el sol naciente por la ventana que había pintado en la pared. 
 

domingo, noviembre 18, 2018

Anhelo

Entiendo que la gente se aburra de hacer lo mismo todos los días, yo soy una de ellos. Me aburro si un trabajo se vuelve monótono y renuncio. Si la escuela se vuelve monótona, me dan ansias por terminarla. Es como una carrera personal entre el pendiente y mis ganas de terminar. 
He estado leyendo el mismo archivo, tantas veces, cada vez me parece diferente y tedioso. He estado viendo a la misma gente con sus peores actitudes y quisiera correr. Desde que inició la semana he estado llorando, unos días me contengo porque no es el lugar. Me he despertado cansada sin siquiera sentir dolor y hasta a veces, me he inventado achaques que no son propios de mi edad, esperando a que me imposibilite salir al exterior. 
Pero viene la conciencia a decirme: tú eres la líder. Sabes que si te quedas ya no funcionará. 
No me malinterpreten pero, han dejado en claro que lo soy. No les interesa, no quieren hacerlo porque no saben que harán después de que toda esta etapa de sus vidas acabe. Tal vez, uno siga como parásito cohabitando al "sugar daddy"; el otro conseguirá trabajo con su madre mientras satisface a la vecina insatisfecha que tiene novio; la otra seguirá buscando la manera de comprar el último iPhone. La última, que me sigue en mando y que no entiende de comercio exterior, seguramente buscará su camino en otras materias. Y yo, que me he venido abajo, que soy la líder, espero siquiera conseguir un trabajo y sino, al menos crear mi propio plan de trabajo. 
Desde hace mucho hago el papel de mamá, de mujer independiente y de estudiante. Y no sabría explicar, a ciencia cierta, qué demonios pasa con ellos. Es como si no entendieran pero, lo hacen; simplemente fallan porque no ven más allá. Quieren viajar ¿a dónde? Quién sabe. Quieren ganar dinero ¿Cómo? Quién sabe. No hay plan A ni plan B. 
El viernes fue mi declive total. Eran las 3 de la tarde y yo seguía en la cama. A las 6 de la tarde tuve una exposición donde todo salió mal, porque el equipo nunca congenió en su totalidad. En la noche, me dolía el cuerpo, el alma, las ganas, el pensamiento. Y tenía ese anhelo de no pensar en los demás, ni siquiera por mí. 
Usualmente, cuando me duele el "ente", tomo una ducha larga, es como si el agua me transmitiera consuelo. Y cuando por fin pensé que se acabaría el día, fue cuando me dejé ir en llanto, a gritos, en busca de ayuda. Una palabra, un abrazo, una compañía silenciosa y ahí fue cuando me di cuenta que por más que busqué no había nadie. 
Hago uso de esa frase común que ahora todos usan: te buscan y ahí estás para ellos; tú buscas y nunca los encuentras. 
Mi familia me dice: ¡Tú eres fuerte! Me canso de serlo. Me veo fría, seria, casi enojada, ruda (algunos dicen) pero, también gozo de una parte sensible, la que casi no le comparto al mundo. Soy callada pero, cuando hablo es cuando tengo algo que decirle a esa gente que quiero que sepa, a la que le tengo confianza. 
No le ando sonriendo a cualquiera, porque parece permiso para coquetear o pasarse de listos. No le ando hablando a todos, aunque saludo a muchos. 
Y sí, como dice mi mamá, "los callados llevamos la música por dentro", soy mejor persona callando que hablando. En redes sociales digo puras pendejadas, porque para eso son. Lo intelectual, los temas serios, las crisis y los secretos me lo guardo para quien quiera saberlo y quien quiera compartirlo conmigo.
Mi declive, que pocas veces me doy el lujo de caer, es el cansancio de ser pilar y llevar el mando. Y a pesar de estar cansada, no bajo la guardia. Dejar de pensar en ellos, de preocuparme y de mostrar empatía. 
Sería bueno, de vez en cuando, poder cansarme y bajar la guardia... un día.  

  

domingo, noviembre 11, 2018

Extranjeros

Cuando era pequeña, todas las tardes me la pasaba en el patio trasero de mi casa. Este patio tenía un árbol de mango, uno de naranja, de aguacate y de limón. Siempre pensé o tenía esta idea normal de crecer, ni siquiera entendía eso de "crecer", en esa misma casa e imaginarme haciendo lo que más quería mientras metía las manos al lodo. 
En 1999, tuve que emigrar a México. Primero, viviendo en Tapachula, Chiapas que está muy cerca de la frontera con Guatemala. Al principio era como vivir en otro mundo. Diferente acento, moneda, costumbres y sentía que era una combinación de muchas cosas... Inexplicable.
hace 4 años, volví a emigrar para estudiar en la Ciudad de México y, hubo un momento en el que hablando con mi madre, tuvimos que ver hacia atrás. 
Mi abuela materna nació en Jerusalén, Israel. Su familia emigró hacia Francia y fue justo en ese momento en el que se dio la Segunda Guerra Mundial. Como muchos judíos, su familia tuvo que escapar. Cuando mi abuela tenía 16 años, se casó con mi abuelo de 35 años ( porque se seguía esa tradición de dar "dotes" por las mujeres), la única observación era que mi abuelo era católico. Entonces, mi abuela se convirtió católica pero sin olvidar sus raíces judías, tuvo 13 hijos y cada uno de ellos tiene un nombre bíblico. A excepción de mis últimas tías que tienen nombres católicos propios de Honduras. 
De mi abuelo paterno, españoles e italianos que llegaron a Honduras a comprar tierras, se quedaron y murieron ahí.
De mis abuelos paternos, eran descendientes de españoles y hondureños. Difícilmente puedo decir que soy completamente hondureña o judía, española o italiana o francesa. 
Luego mis tíos emigraron a Costa Rica, España y Estados Unidos. Después lo hicimos nosotros en México. Mi hermana es mexicana y una de mis primas, también. Somos una combinación de muchos países y hoy en día, ¿quién no lo es? Ahora mi mamá está casada con un suizo, de padre italiano y madre española. 
Así que, quiero suponer que la vida nos va llevando a donde realmente tenemos que estar, incluso si es algo político, social, emocional o económico. Creo en el destino y que no venimos al mundo por nada. ¡Claro! han sido decisiones que otros tomaron antes de nuestra existencia pero, lo que hicimos, cómo nos enseñaron a ser y hacer, lo que hacemos ahora y pensamos hacer después, son pasos para cumplir una misión en el mundo. Y todo depende, también, de lo que vamos a hacer con lo bueno y lo malo.  
  

viernes, noviembre 09, 2018

Mente en blanco

Repetí lo mismo tantas veces, no con los labios pero, se repite en mi mente. Creo que lo guardo por un momento, todo lo que pienso, de todo eso un pedazo de verdad se queda en mi cabeza y sólo logro expresar lo más superfluo y creo que he encontrado la mejor manera de evadirlo en silencio. Soñando. Soñando despierta entre las 12 y la 1. La noche y el silencio. Entre una taza de café y el cansancio. Me pregunto, vale la pena soñarte tanto, vale la pena seguir esperando o al menos, seguir pausando lo que sea que esto sea. 

He empezado a alzar la vista y otra persona comparte la misma dirección, no sé lo que significa, si oportunidad o confusión. Es muy fácil perderse en el camino y tan borroso se ve el destino. Me siento en la cama y pretendo estar tan agotada que cierro los ojos y al momento de pensarle, me quedo dormida. 

Tal vez, no estoy pensando en blanco, es posible a mi mala suerte, en tener tintas a medias de colores grisáceos de lo que quiero sentir y controlar. Lo evado tanto que un día de estos saldré corriendo a su encuentro para poder decirle nada. 

lunes, noviembre 05, 2018

Que doloroso es amar

Me encantó este poema de Leonor de Aquitania, reina de Francia y de Inglaterra, impulsora de trovadores y literatura artúrica y madre de Ricardo Corazón de León, fue una mujer única en su tiempo.

¡Que doloroso es amar...
y no poderlo decir!
Si es doloroso saber,
que va marchando la vida
como una mujer querida,
que jamás ha de volver.
Si es doloroso ignorar,
donde vamos a morir;
¡más doloroso es amar...
y no poderlo decir!

Triste es ver que la mirada,
hacia el sol levanta el ciego;
y el sol envuelve en su fuego
el ciego no siente nada.
Ver su mirada tranquila,
a la luz indiferente
y saber que eternamente,
la noche va en su pupila
bajo el dosel de su frente.

Pero si es triste mirar
y la luz no percibir;
¡ más doloroso es amar...
y no poderlo decir!

Conocer que caminamos,
bajo la fuerza del sino;
recorrer nuestro camino
y no saber donde vamos.
Ser un triste peregrino,
de la vida en los senderos,
no podemos detener,
por ir siempre prisioneros,
del amor o del deber.

Más si es triste caminar
y no poder descansar
mas que al tiempo de morir;
¡más doloroso es amar...
y no poderlo decir!

Vivir como yo soñando,
con cosas que nunca vi;
y seguir, seguir andando,
sin saber por qué motivo
ni hasta cuando.
Tener fantasía y vuelo,
que pongan al cielo escalas
y ver, que nos faltan alas
que nos remonten al cielo.

Más si es triste no gozar,
lo que podemos soñar;
no hay más amargo dolor,
que ver el alma morir,
prisionera de un amor
y no poderlo decir.

sábado, noviembre 03, 2018

Dicen las malas lenguas...

¿Quién no es chismoso aún en su pequeño círculo familiar? Bueno, en cierta medida todos estamos envueltos en dimes y diretes. Los chismes son como una canica que mientras va rodando, va creciendo. Un teléfono descompuesto que trasmite todo a conveniencia. Un emparedado de verdad y mentira. Un argumento de muchas bocas y poca lógica. 
Cosas así me persiguen todo el tiempo. Lo mejor que me puede seguir y doy crédito por eso, es que digan que soy una amargada o una mala persona ¿Por qué? Porque no me gustan las injusticias y me caga, CAGA, la gente que quiere pasarse de lista. Siempre he creído que esas personas tienen un karma pesado que algún día les ha de caer. 
Siempre he tratado de ser transparente, siempre. Desde que aprendí a no mentir, porque yo era una verdadera mentirosa, no podía vivir un día sin hacerlo. Cuando perdí la confianza de personas cercanas, tuve que aprender a decir la verdad. 
Ahora que ya estoy más vieja, se me complica un poco mentir. Si no digo lo que pienso en palabras, se puede leer en mi cara. Me he convertido en una persona sin filtros y lo peor de todo, no me queda remordimiento de decir la verdad.
Es por eso que si alguien escucha algo de mí, siempre lo invito a preguntarme si dije o no dije; si hice o no hice. Porque la gente habla de mí, puede engrandecer lo malo y subestimar lo bueno. Puede decir qué hice o no hice y yo sin saber si lo hice o no. Si dije o no dije y yo sin saber si lo dije o no. 
Mucha gente se aleja por lo que imagina y no por lo que realmente sucede. Se ofenden, se enojan, se van... 

Dicen las malas lenguas que, después de todo, se va el que no quiso preguntar...