Aún sigue siendo un hitazo en eventos especiales, porque los DJs no la quitan de su repertorio.
Fue un día de aquellos, en los que no tienes expectativas de nada pero haces lo mejor posible por aparecer de una manera decente y como pocas veces, logras caminar enderezada.
Ahí estaba yo, con un largo vestido rosa palo. Peinada, para variar y por primera vez en 2 semanas con la cara maquillada, al estilo más elegante posible. A diferencia de las demás invitadas, decidí llevar sandalias, porque la comodidad se ha vuelto una prioridad en mi vida.
De repente, Él estaba ahí. No mi ex último, ni el anterior. Él. Ese primer hombre que te saca de tu centro en tus años más verdes y se mete en tu memoria como el recuerdo más importante de tu vida. Se mete en tu corazón como el sentimiento más profundo jamás sentido. E incluso, puede irse y volver muchas veces y todo quedará en su lugar. Los años no pasaron, los momentos tampoco y ni un rastro de la edad en ninguno de nosotros.
La discreción se ha vuelto madura pero el corazón sabe lo que quiere... por mi parte, como buena mustia, fingiendo desinterés. Bailando como si nadie me viera a sabiendas que él estaría observando cada uno de mis pasos. Sonriendo, como pocas veces lo hago porque sé que su mirada estará fija en mi y él, haciendo su mejor esfuerzo por hacerse ver. Lo logró. Lo vi muchas veces y lo escuché cantar y cuando lo hacía, me veía a mi. Me despedí de la noche y pude escuchar cuando dijo: "No, no te vayas". Primera vez, en nuestros años de conocernos, dejó a un lado el orgullo.
Por primera vez, en nuestros años de conocernos, me sentí feliz de verlo y esa felicidad se prolongará hasta la próxima vez que lo vea, en muchos años.