lunes, enero 29, 2018

El frío que cala y mil quejas

Abro a los ojos para debatir entre levantarme o no, continuar en el calor o caminar en el frío caos de la vida. Decidir entre la sudadera o tres prendas más debajo, tenis o botas, las que aguanten más el paso de llegar a tiempo. 
"Respira con la nariz, no con la boca", de todos modos llega el aire frío a la garganta. 
Sudo un momento, tiemblo después. Entre idiomas y la hora hay un "¿qué cojones es esto?". 
Un tipo me pide una goma, se la doy y se queda con ella durante toda la clase. "De las cosas que nunca regresan". Me la devuelve agradecido. "Primera vez, pide un deseo".
Tengo una junta, la compañera no llega. Llega una hora después y nos quedamos 2 horas más. Me duele una rodilla y luego la otra. Veo a mi ex y digo: qué feo estás. 
Regreso a mi casa, como a masticadas veloces. Y ya pienso en la cena.
Me meto a bañar y el agua no está tan caliente y entre más intento regular la temperatura, más pierdo calor. 
Me quedo en la cama, pensando si dormir ahora o no. Total que no estuve feliz y ya se me acabó el día. 
Hablé demasiado y creo que dije mucho a gente que no quería escucharme. En fin, me terminaron escuchando. Ni yo logré callarme. 


domingo, enero 28, 2018

Desconectada

 Después de dos semanas de un ir y venir constante. Clases de idiomas, términos que no entiendo y equivocaciones en público, todo lo que me ha seguido estas mañanas de frío y moquera constante, me llevaron a un fin de semana de libertad y de pensamientos placenteros. Desconectarme de las cosas y las personas. Mi única interacción con el mundo, mi mamá. 

Dos días de levantarme tarde, permanecer en la cama más tiempo de la cuenta y tener la pasión de cocinar para mí como si quisiera impresionar a un posible novio. Comienzo a creer que ya tengo más amor propio, que la soledad bien aceptada se puede convertir en libertad y que el tiempo que me ofrezco siempre tiene algo que demostrarme sobre mí misma. 

Sé que pocas veces disfrutaré de esto, porque fuera de la fortaleza a la que llamo "casa" hay un mundo que se mueve sin descanso y se revuelca en el caos de mentes que no logran comprenderse. Chocan entre sí y forman una cadena de errores y decisiones que se toman sin desayunar. Ni un vaso con agua. Ni la libertad de ver en el espejo las arrugas que se les van formando con el tiempo. De risas, tristezas y desesperaciones. Más de lo último que de lo primero. 

Todas las mentes deberían desconectarse alguna vez en sus vidas. A Algunos les irá mejor que a otros, cuando sepan que el silencio no es soledad, sino, una invitación a platicar con sí mismo, cómo van las cosas y posiblemente algo nuevo que aprender. En vez de escuchar otras voces que nunca se callan pero que tampoco poseen contenido. 


domingo, enero 21, 2018

Movilidad

Así que estoy en un programa de movilidad académica, no donde yo viajo, sino donde instruyo a los que vienen al país. Facilitarle las cosas y hacerlo sentir cómodo en la ciudad y la escuela. 
He considerado que es uno de los peores trabajos que puede realizar una persona, más si te topas a estas alturas con las leyes migratorias de los diferentes países que participan dentro del programa...
Así que me tocó instruir a un joven hindú y a una joven colombiana. Si hablamos de ella, no me ha sido tanta la molestia de ayudarle, pues tiene familia en la ciudad. 
Si hablamos de él... Realmente ha sido el detonante de mi frustración semanal, la única causa de mi tristeza y la atadura a un programa al cual no pienso regresar. 
Las leyes de la India parece ser molestas, incluso para sus propios ciudadanos. Tiene que ir aquí, declarar allá, demostrar dónde vivirá, con quién. Si el correo llegó, no llegó. Si hay lugar para él. Contar con un presupuesto para vivienda, comida y transporte. Y la cereza del pastel, él no sabe absolutamente nada de español y no es que no pueda defenderse en inglés dentro de la escuela pero, si hablamos de la vida fuera de ella, tenemos que estaré guiando a un tipo de veintitantos que me enseñará a tener la paciencia de una madre, el cansancio de una trabajadora mal pagada y la cordura más allá del Himalaya...

Estoy en movilidad académica y eso es algo con lo que tengo que vivir los próximos cinco meses, hasta que pueda despedirlo de regreso a su país y de vuelta a mi rutina estresante y a la soledad que me permite ser yo. No hay que malinterpretarme, me gusta conocer nuevas culturas pero esto está muy lejos de conocer una. Es cuidar de ella en una ciudad tan grande e insegura y creo que mis noches de insomnio tendrán color de bandera hindú. 

martes, enero 16, 2018

Desde la CDMX

Corres por aquí, corres por allá. Ves a la gente tan diferente porque llevabas un mes sin tratarles. Ahora que voy por el pan, extraño a mis acompañantes del café con pan de 2 pesos de ese pueblo que me vio sufrir, del que ahora me siento nostálgica. 
Camino por las mismas calles interminables, a mismas prisas y sé que he vuelto a mi caos, a la metrópoli que me recuerda el desmadre de mi propia capital. Ese sentimiento tan familiar que ni siquiera necesito tiempo para asimilar de que ya regresé al desorden. 
Regresé a mi frío departamento en donde ahora tomo café a solas, sin primas, ni tías contándome lo que pasó en el día, ni gatos corriendo entre mis piernas. Sin calor, ni el momento utópico de que quedarme en la cama a perder el tiempo mientras imagino mundos tan lejanos. 
Regresé al lugar en donde todo es frío pero, nada es más frío que no tener a nadie que te reciba en casa, incluso si es para maullarme cuando ya regresé de la tienda con el pan que acompañará nuestras pláticas mientras mis tías y primas sirven el café. 

sábado, enero 06, 2018

Sábado de Retrospectiva

Y bien, me la he pasado escarbando entre mis historiales clínicos para revolver papeles viejos en donde no dejaba de escribirle a un remitente imaginario. Unas veces era para aquel amor lejano que nunca leería mi poesía y otras para mí, que se quejaba de hacerlo. 

Si algo debo de aceptar es que antes de llegar a mis veinte, era más sufrida y más intensa. Una constante víctima de la vida, en donde yo no podía ver mi culpa porque al final de cuentas, yo no hacía "nada". Y es que es exactamente lo que hacía, nada, por eso no pasaba nunca de lo ordinario. 

El amor lejano se hizo más distante y seguramente navega más allá del horizonte. La víctima se cansó de serlo para mejor ser victimaria. A principios, con culpa y después sin remordimientos. 

Ahora que ya estoy a mis casi treinta, desconozco de puntos medios, si no tengo nada bueno que decir, mejor callo. Y la mayoría del tiempo, parece que nada me inmuta. Me resguardo entre las voces de quienes me rodean para conocerlos mejor, tratando de dejar a un lado el prejuicio y por otro lado, siguiendo a la intuición para reconocer a quienes deben permanecer atrás de la línea. 

Si algo bueno tiene eso de ver hacia atrás, es que no soy la misma. A mis veinte sufría más de la cuenta, era más intensa pero más inspirada. Y esto último, es lo que me falta a mis casi treinta. 

miércoles, enero 03, 2018

Primer relato del año

No hay día que no despierte sin tener un primer pensamiento impregnado a él.
No hay noche que no invente historias donde el protagonista es él. 

Algunas veces durante el día me pregunto si realmente es él o yo la que necesita un anclaje. Alguien en quien posar mi atención mientras me encuentro sola por este andar. Alguien con quien pelear en mi cabeza, en quien descansar en un día atareado, unos brazos a los que podría llamar hogar, al final de cuentas, una sombra con quien imaginar días enteros de ambivalencia emocional. 

¿Cuán sola he de sentirme para ponerlo como objeto de mis callados deseos?
Unos días excuso mis pensamientos con la edad, con el tiempo libre que me embarga ahora y con las hormonas locas que me cargo.

La mitad del día creo que adoro más la idea que le tengo que al hombre en realidad. La otra mitad me da por admitir que es más el hombre y no la idea. ¡Es un maldito ciclo! Aparece y desaparece. Es un vil conflicto que encuentra tregua pero sigue en guerra. Y a veces, solo ahogo los pensamientos como las galletas que remojo tanto en el café.