sábado, octubre 27, 2018

Del mundo

Soy partidaria de las reglas, porque las cosas tienen un proceso, un momento y un orden. Cuando escuché, vi y leí las noticias de la Caravana Migrante, lo primero que pensé fue: ¿Por qué? No faltó mucho para que las personas que tengo en redes sociales saltaran negativamente. Lo cual me recordó mi travesía por  migración, año con año, fueron horas y horas de espera, casi un día perdido por cada vez que me citaban. 
Es muy bonito estar en esa parte de la historia en que a uno no le afecta, como tal. En ese instante, con los contactos que mis familiares establecieron con los trabajadores en migración, facilitaban las cosas enormemente. Era de llamar por teléfono para agendar una cita y pasar sin filas con el director de la oficina migratoria. Qué dichosa era en ese momento y no lo sabía.
Cuando me tocó hacerme cargo de mi propia residencia, aún con los contactos de mi familia, decidí que tendría que esperar como los demás. Era como hacer un experimento social de qué sucede con esas personas que una ve sentadas mientras va pasando directamente a la oficina principal. Técnicamente pasaba que tenía que esperar como 8 horas, una llega con el primer policía, se anota y le dan un número de turno . Llegas a un patio con asientos de metal bajo un techo de lámina, pasas unas 2 horas, aunque más bien depende del número de personas que llegaron ese día a realizar algún trámite; después te llaman por tu número, te hacen sentar en otro juego de sillas (acolchonadas) bajo el aire acondicionado, algo más cómodo. Depende del trámite, puedes pasar de las 10 am a las 1:30 pm. Llegas a ventanilla y revisan todos tus papeles y las copias de ellos (los resultados depende de si una hizo bien las cosas o no).
Porque ya había establecido mi vida ahí fue que me resultaba más fácil aún cuando me quedaba horas esperando.
Por otro lado, se da lugar a la burla y la ofensa. Nunca me había sentido tan discriminada pero, jamás dejé y no he dejado de decir de dónde soy. Para mí, es un orgullo decir de dónde vengo aunque sea un país pobre, aunque muchos sean racistas, despectivos y usen la broma para expresar descaradamente sus pensamientos verdaderos hacia mí, hacia mi gente, mi tierra.
No me da vergüenza ser hondureña, me da más vergüenza que la gente hable sin conocer la historia detrás de movimientos masivos, de etiquetar de ladrón/puta/asesino a otras personas porque no son precisamente de clase media-alta o alta. Vienen los pobres, pero, pobres que trabajaban en su país y ahora no pueden mantenerse. Pobres que se cansaron no rendir en el día porque tienen que pagar impuestos al gobierno y las maras. Están atentos a todos sus pasos, la basura que dejan, ¿Graban también cuando ellos en su propia casa/calle/país tiran la basura en la banqueta, no levantan las heces de sus mascotas o tiran las colillas de cigarros al patio del vecino? No, no lo hacen, supongo que la soberanía aparece cuando es conveniente. El amor al extranjero conviene cuando viene de Europa, de EUA, de Canadá o de Asia y no estoy hablando de México solamente, hablo de toda Latinoamérica. Hablo del color de piel, qué tanto tienes y qué puedes ofrecer que no se haya visto antes.
Pero, solamente vienen pobres humanos sin nada qué ofrecer, vienen buscando lo que en su tierra no encontraron después de tantos años de esclavitud. De tantas mentiras prometidas y de peleas que saben que no podrán ganar.
Y yo, yo soy del mundo porque no pertenezco a México, tampoco a Honduras. Los papeles me quedan de adorno, las palabras me sirven para adornar lo que tengo que decir. Hago mezcolanzas de español, en cierto punto he perdido identidad y me identifico en este mundo como un ser humano más que pertenece a muchas estadísticas, un grano entre toda la arena para mantener a flote un sistema que se desmorona. Que ve la corrupción como muchos más pero, no hace nada más allá de lo que expresa, porque la mayoría teme por su vida.
 Esto me recuerda a mi mamá diciéndome: "¿Qué hubiera sido de ti ahora si no te hubiese sacado del país? Estarías en una caravana o muerta. Sé que ahora lo entiendes, porque antes pasabas enojada conmigo por haberte alejado de los demás."
No es fácil ser extranjero, no es fácil encajar en un país donde te ven de pies a cabeza pero si algo es cierto, es que no soy la única que sufre de esto, ellos se critican entre sí, el mundo no les embona pero la lengua la tienen suelta.
También es cierto que conozco la ley, que como mencioné al principio, nadie pasa los límites sin entregar los dichosos papeles, en orden y con la legalidad necesaria. Tal vez, en esa entrada forzada hubo miedo y frustración. Hubo capricho por no querer regresar a una casa que ya no pueden mantener y miedo de perder la vida en ello. No sé cuántas mentiras se dijeron en Honduras para armar la caravana migrante pero, he escuchado las mentiras de un gobierno nefasto que se lava las manos cuando los vio marcharse y rogó cobarde por su regreso para no perder dinero estadounidense. Si en Honduras no hay dinero, ¿quién podría costear los lujos de los políticos? Si todo está privatizado, ¿Cómo se saca a flote un país que ya no tiene riqueza propia?
Al gobierno no le interesa la gente, lleva enfermo muchos siglos. Quisiera que los mexicanos, los que critican/discriminan que los hondureños les van a robar trabajo, traen ladrones (que traen hijos. Les recuerdo que los maras dentro de su clan no pueden tener lazos familiares), putas roba-maridos (porque al parecer los sacan de su casa por la fuerza) y los niños (entrenados desde pequeños para robar, matar y violar, como ninjas) vienen en busca de una oportunidad.
Lo más sensato sería regresar a su país, lo más sensato sería que el gobierno hiciera algo al respecto, aún sabiendo que no lo hará. Que los harán callar.
Tantas muertes, tantos defensores caídos, tantos robos perpetrados y me suena que estoy escribiendo sobre un mismo país. Grande o chico, no son tan diferentes, sufren del mismo mal, de la política de rapiña que se burló de Morazán y aquella que ocupa la silla del águila.

martes, octubre 23, 2018

Rehab

Por alguna razón, tengo sentimientos muy extremos apareciendo de un momento a otro. Hay días en los que quisiera sentarme a gusto, a llorar. Otras mañanas me levanto con un frío que me cala los huesos y no es el viento que me pega en la cara, viene de adentro. Algunas noches, abrazar la almohada es lo único que me queda y no puedo recordar en qué momento se me fue la paz. 
No recuerdo en qué momento acepté el hecho de sentirme arrinconada por fantasmas que me habitan. Ni siquiera puedo describirlo. Unos días pienso que es la soledad, otros, otros parecen que no tienen sentido. Me pregunto en qué iré a parar pronto, no tan pronto y qué tan lejos. 
Otras mañanas está nublado y puedo sonreír por alguna historia tonta armada en mi cabeza, cualquier pretexto para escaparme del mundo. Suele ser así, siempre ha sido así. Tal vez me pierdo en la multitud de una estación de metro y soy una sombra más. Esas mañanas nubladas me recuerda todo lo que tengo enfrente y que aún no puedo ver y tal como si no pasara nada, sale el sol, sólo que conmigo se queda gris.
No, no es depresión y tampoco negación. Sé cuando suceden esas cosas porque de repente nos familiarizamos con ellas y como si fuera visita de cajón se queda conmigo en la cama, ayudándome a ver el techo. Y ahora no quiero ver el techo, ni el suelo, ni el cielo ni el sol. 
Hay días en que sólo me trago todo eso para luego verme vomitarlo en lágrimas que nunca entenderé por qué existieron pero, mi vida, realmente tienen razón de ser. Lo que pasa es que una es incapaz de aceptarlo y ni hablar de ponerle nombre. 



sábado, octubre 06, 2018

Fragmento en cuatro

¿Acaso el cielo debe pintarse siempre de gris cada vez que los veo? La tarde se vuelve macabra cuando entre risas no hay nada. Las conversaciones se vuelven más estúpidas porque estar serio parece que pasó de moda y la gracia es reírse de lo que sea para disimular la falta de algo, de todo y de nada, sí, de nada sirve porque se vuelven miserables con el paso del tiempo. 
Parece un reto reírse hasta por lo que no causa gracia. En serio ¿hemos de volvernos tan cínicos ante tanta desgracia personal? Que en los momentos en donde más sosiego se necesita, es cuando deciden distraerse con lo banal. ¿Tan vacíos están que no entienden que la vida los está cogiendo con ganas de desgarrarles el culo y ellos sonríen ante tal acto, que después de eso ya nada importa? ¿Cuándo vendrá la queja y cuando vendrá el grupo de ayuda para que exploren la verdad y cicatricen el ano mental? Ellos le llaman "improvisación" yo le llamo "vergazo consensuado". 
Sépase que ante tal cinismo no hay enojo ni tristeza, es decepción. Y cabe recalcar que lo miserable les resalta lo tajantes de presumirlo con gran orgullo y arrogancia. Exigen un trato de realeza después de sus metidas de pata que, me pregunto: ¿Desde cuándo debo darles paso a la conformidad y grosería para que la obligación les termine sabiendo a favor? 
Si, porque les sabe a favor lo que tienen que hacer por ese gran futuro que tanto anhelan. Es un favor terminar una meta que ellos mismos se comprometieron desde que entraron a calentar una banca mientras otros parlotean lo que supuestamente saben. 
Porque entran pensando en que serán ricos sin saber cómo. Y salen sin saber aplicarlo. 
Porque la teoría que saben y memorizaron les va a servir para todos los putazos de la vida cuando en realidad la bienvenida será un pinche recordatorio de que todavía puede ser peor. 
Nunca dejará de ser peor y en el primer sentón, sabrán que aquello que tanto despreciaron con tanta seguridad era el ungüento que precedía al "embrocón".