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Celestina y Valladares se encontraron tantas veces en el lapso de 10 años. Nunca lo llamó "Osvaldo" porque no le gustaba su nombre, para ella siempre fue "Valladares". En cambio él, siempre le llamó "Celestina", porque no habría otra. Si bien era un nombre común de la época pero, pocas personas tendrían ese. En el pueblo, ubicado en el sur de aquel país, sobresalían muchas "Guillerminas", "Genovevas", "Claras", "Marías", "Olivias" pero, Celestina sólo había una.
Dentro de esos 10 años, Valladares formó parte del ejército, se casó con Alfonsina y luego, tuvieron un hijo. Celestina, desecha por esas decisiones se cerró al amor, pero, como toda tonta enamorada caía en los enredos de Valladares. Usaban el mismo punto de encuentro, hasta que Celestina se cansó de ser aquella mujer que tenía que recorrer kilómetros para encontrarse con el amor de su vida y, así fue como los últimos encuentros entre ellos fueron guerras en las que ella tenía mucho que perder, 10 años de su vida desperdiciados en un hombre. Y esa última vez, en las que ella le dijo adiós mientras sufría un conflicto en su interior, lo dijo con todo el corazón. Lo sufrió tanto que decidió quemar todas sus cartas pasadas, romper las que iban llegando y postergando visitas entre los Valladares y su familia. Lo sufría con la voluntad puesta en no volverlo a ver.
Pasado el tiempo, conoció a Rafael, quien recién llegaba al pueblo. Había heredado unas cuantas hectáreas cerca de la hacienda de Celestina. Al principio, ella no estaba interesada pero, había tanto de él que solía ser diferente a Valladares que decidió darle una oportunidad. Rafael, a pesar de su indecisión y de sufrir un ataque de nervios cada vez que veía a Celestina, se plantó en la sala de estar frente a la familia de Celestina, habló formalmente y pidió la mano de la muchacha, quien no se pudo negar a la propuesta de matrimonio. Todo parecía tomar su lugar cuando días después la guerra llega a las haciendas.
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Explosiones, saqueos, violaciones, redadas y miedos. Fueron muchas semanas de ciclos que se repetían: explosiones, saqueos, violaciones, redadas y miedos. Una vez. Tantas veces. Candelaria había organizado a los peones de la hacienda para que se refugiaran con sus familias en ella. Nadie salía de los terrenos y obedecían al toque de queda de los militares.
Fue una noche cuando irrumpieron disparos cerca de la casa, cuando todos encendieron lámparas y antorchas para visualizar la escena. Varios militares habían capturado a un vagabundo y toda la familia, mas los peones y los militares se encontraron en el patio trasero, rodeando al vagabundo mientras este suplicaba por su vida. Ahí fue cuando Valladares encabezó la redada y por primera vez en mucho tiempo se reencontró con ella. Esas pocas miradas que tienen mucho qué decirse pero, el tiempo se acabó.
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Estimada Doña Manuela:
Lamentamos informarle que su hija Celestina ha fallecido en una de las explosiones acaecidas en la carretera, a cinco kilómetros del maizal. No sabemos exactamente el por qué se encontraba ahí pero la alcanzó la explosión y su cuerpo fue lanzado a unos cuantos metros de ahí.
Lamentamos terriblemente informarle de esta manera y esperamos que pueda visitarnos para reconocer el cuerpo de su apreciada hija. La cual hemos reconocido por un collar que llevar su nombre.
Atentamente,
Municipio de San Marcos
Fiscalía General del Departamento de Choluteca
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Querido Valladares:
¿Te acuerdas de aquellos caminos que tantas veces cruzamos para vernos? Tantos secretos que escondimos entre la tierra y el maíz. Se me hacía eterno el trayecto a ti, que desgasté mis zapatos de tanto correr. Al verte, sentía que muchas emociones se sobreponían entre ellas, una sobre otra, porque todas querían tomar lugar en mi pecho y justo cuando te tenía enfrente no sentía mas que paz. Dime, ¿cómo sientes amor si estando frente a la persona amada no entras en conflicto? Siempre es antes o después. Todo ese huracán de emociones, ese pleito entre ellas por aparecer se desvanece cuando estoy frente a ti. Me pregunto si eso eres, mi paz. Después de verte todas ellas cambian de orden pero siempre es una sobre otra. Qué conflictivo es esto, esto de amarte y preguntarme si realmente lo hago. ¿No se supone que el amor es una combinación de muchas locuras y riesgos que uno no piensa tomar porque ya está decidido?
Con amor,
Celestina.