jueves, diciembre 27, 2018

Mis cartas a Valladares (11, 12, 13, 14)

11


Celestina y Valladares se encontraron tantas veces en el lapso de 10 años. Nunca lo llamó "Osvaldo" porque no le gustaba su nombre, para ella siempre fue "Valladares". En cambio él, siempre le llamó "Celestina", porque no habría otra. Si bien era un nombre común de la época pero, pocas personas tendrían ese. En el pueblo, ubicado en el sur de aquel país, sobresalían muchas "Guillerminas", "Genovevas", "Claras", "Marías", "Olivias" pero, Celestina sólo había una. 

Dentro de esos 10 años, Valladares formó parte del ejército, se casó con Alfonsina y luego, tuvieron un hijo. Celestina, desecha por esas decisiones se cerró al amor, pero, como toda tonta enamorada caía en los enredos de Valladares. Usaban el mismo punto de encuentro, hasta que Celestina se cansó de ser aquella mujer que tenía que recorrer kilómetros para encontrarse con el amor de su vida y, así fue como los últimos encuentros entre ellos fueron guerras en las que ella tenía mucho que perder, 10 años de su vida desperdiciados en un hombre. Y esa última vez, en las que ella le dijo adiós mientras sufría un conflicto en su interior, lo dijo con todo el corazón. Lo sufrió tanto que decidió quemar todas sus cartas pasadas, romper las que iban llegando y postergando visitas entre los Valladares y su familia.  Lo sufría con la voluntad puesta en no volverlo a ver. 

Pasado el tiempo, conoció a Rafael, quien recién llegaba al pueblo. Había heredado unas cuantas hectáreas cerca de la hacienda de Celestina. Al principio, ella no estaba interesada pero, había tanto de él que solía ser diferente a Valladares que decidió darle una oportunidad. Rafael, a pesar de su indecisión y de sufrir un ataque de nervios cada vez que veía a Celestina, se plantó en la sala de estar frente a la familia de Celestina, habló formalmente y pidió la mano de la muchacha, quien no se pudo negar a la propuesta de matrimonio. Todo parecía tomar su lugar cuando días después la guerra llega a las haciendas. 


12


Explosiones, saqueos, violaciones, redadas y miedos. Fueron muchas semanas de ciclos que se repetían: explosiones, saqueos, violaciones, redadas y miedos. Una vez. Tantas veces. Candelaria había organizado a los peones de la hacienda para que se refugiaran con sus familias en ella. Nadie salía de los terrenos y obedecían al toque de queda de los militares. 

Fue una noche cuando irrumpieron disparos cerca de la casa, cuando todos encendieron lámparas y antorchas para visualizar la escena. Varios militares habían capturado a un vagabundo y toda la familia, mas los peones y los militares se encontraron en el patio trasero, rodeando al vagabundo mientras este suplicaba por su vida. Ahí fue cuando Valladares encabezó la redada y por primera vez en mucho tiempo se reencontró con ella. Esas pocas miradas que tienen mucho qué decirse pero, el tiempo se acabó. 


13


Estimada Doña Manuela:


Lamentamos informarle que su hija Celestina ha fallecido en una de las explosiones acaecidas en la carretera, a cinco kilómetros del maizal. No sabemos exactamente el por qué se encontraba ahí pero la alcanzó la explosión y su cuerpo fue lanzado a unos cuantos metros de ahí. 

Lamentamos terriblemente informarle de esta manera y esperamos que pueda visitarnos para reconocer el cuerpo de su apreciada hija. La cual hemos reconocido por un collar que llevar su nombre. 


Atentamente,
Municipio de San Marcos
Fiscalía General del Departamento de Choluteca




14


Querido Valladares:


¿Te acuerdas de aquellos caminos que tantas veces cruzamos para vernos? Tantos secretos que escondimos entre la tierra y el maíz. Se me hacía eterno el trayecto a ti, que desgasté mis zapatos de tanto correr. Al verte, sentía que muchas emociones se sobreponían entre ellas, una sobre otra, porque todas querían tomar lugar en mi pecho y justo cuando te tenía enfrente no sentía mas que paz. Dime, ¿cómo sientes amor si estando frente a la persona amada no entras en conflicto? Siempre es antes o después. Todo ese huracán de emociones, ese pleito entre ellas por aparecer se desvanece cuando estoy frente a ti. Me pregunto si eso eres, mi paz. Después de verte todas ellas cambian de orden pero siempre es una sobre otra. Qué conflictivo es esto, esto de amarte y preguntarme si realmente lo hago. ¿No se supone que el amor es una combinación de muchas locuras y riesgos que uno no piensa tomar porque ya está decidido?


Con amor, 
Celestina. 


viernes, diciembre 21, 2018

Mis cartas a Valladares (7 8, 9, 10)

7


Celestina:

Las cosas son diferentes ahora, lamento mucho no haber respondido tu primera carta, fue una descortesía y me disculpo sinceramente. La verdad es que no suelo hablar mucho, por lo cual considero que escribirnos será de mucha ayuda para comunicarnos. Debo admitir que, admiro la valentía que has tenido para iniciar la conversación, incluso cuando no te dirigí la palabra ese domingo en la iglesia. Desearía tener un poco de lo que tú tienes, a mí siempre me gana la timidez. 

Espero podamos vernos pronto y tomar el té. 


Con aprecio, 
Osvaldo Valladares.



Al borde de la locura, Celestina celebraba el hecho de haber obtenido una respuesta. Guardó esa carta secretamente y no compartió con nadie su dicha, aunque se le podía ver más contenta que de costumbre.  




8

Quién diría que lo que empezó como una inocente ilusión terminara en semejante desgracia. Se habían encontrado cientos de muertos cuando sucedió el golpe de Estado y con ella, personas que no volvieron a ser las mismas. Sí, como lo dijeron en la radio, nadie volvió a ser el mismo. Entiéndase desde ahora que lo que puede ocurrir más adelante no es lo que puede ser ahora, o al menos, no lo que usted entiende que puede ser. 


9

Querido Valladares, 


Espero que te encuentres bien, he querido mandarte esta carta para decirte que me he enterado de tu compromiso. Me da mucho gusto que al fin hayas encontrado a alguien que te dé esa felicidad que tanto has anhelado. Dado ciertos inconvenientes en mi vida familiar, no podré estar presente en la fiesta de compromiso, a la que tus padres muy amablemente nos han invitado, a mis familiares y a mí. 

Esperaba, al menos, enterarme de tu propio puño y letra. En cambio, recibo siempre la verdad de donde menos lo espero. 


Celestina.



10


Querida Celestina:


En lo que respecta a nuestra última taza de té, debo decir que me ha resultado gratificante tu compañía. Nunca había hablado tanto con alguien que no fuera parte de mi familia, como mis hermanos y hermanas. 

Sobre mi viaje, tengo que informarte que regresaré a la hacienda cada seis meses pero, podremos escribirnos como siempre. Te contaré todo lo que me vaya pasando y será de mucha ayuda recibir cartas tuyas. Serás mi escrita compañía en este internado. 

Cuéntame siempre lo que vaya pasando contigo, lo que piensas y lo que sientes. Siempre esperaré una carta tuya.


Esperando tu respuesta,
O. Valladares.










jueves, diciembre 13, 2018

Mis cartas a Valladares (4, 5, 6)

4

Querido Valladares:


He de suponer que la falta de una respuesta es por tu falta de tiempo y lamento mucho el habértelo quitado con cosas tan triviales. Supe que te dedicarás a la milicia como tu padre, me alegra si eso es lo que quieres. Será un honor para tu familia que se mantenga tan alto oficio.

En fin, mis mejores deseos para ti. 


Con aprecio,
Celestina.


Una carta que nunca se envió.



5

"El actual presidente ha declarado que la casilla impuesta en cada uno de los centros de votación han sido a modo de encuesta. Puesto que la Constitución declara que ningún presidente de la nación puede reelegirse pasando su mandato que cuatro años, que como ciudadanos nosotros sabemos...". Se escuchaba en la radio, muy a lo lejos mientras Celestina desgranaba la mazorca que tenía en las manos. De repente escuchó un llanto y se levantó para saber qué sucedía, Lourdes se había caído por culpa de Noé. Ya, ya, Lula. Decía con voz cariñosa mientras estaba limpiando las rodillas de Lourdes, levantó la mirada y vio a Noé escondiéndose detrás de un árbol de mango. Le dijo a Lourdes que fuera a buscar a su hermana mayor. Caminó hacia el árbol y vio a Noé parado tapándose la cara porque el niño sabía que lo iban a regañar.  

Celestina le preguntó, ¿Por qué has golpeado a tu hermana, Noé?, sus manos acomodaban la ropa de Noé que por jugar, estaba sucia y la camisa arrugada. Noé vió a su abuela con las manos entreabiertas y los ojos llorosos. Mi hermana dice que está enamorada de un amigo mío y ella todavía está muy chiquita para decir esas cosas...

¡Oye, estás muy pequeña para esas cosas! Tina, los muchachos son cosas del diablo. Es una tentación y tú sabrás si pasas por pecadora o por inmaculada. Además, muchacha, tú ya habías dicho que querías ser monja. Decía, Candelaria, la ama de llaves de la familia, la cual también era partera, yerbatera y nana de todas las niñas de la familia. De complexión robusta, canosa por toda la faena de su vida y a pesar de todos los golpes que le dio la vida, tenía una inmensa sonrisa y amor para dar a cada uno de los miembros de la familia y a los trabajadores, quienes la veían como su portavoz cada vez que tenían problemas con el hacendado. Aunque sabía que lo que le estaba diciendo a Celestina fuera una exageración, la ingenuidad de la muchacha era suficiente para que borrara sus ideas platónicas y se enfocara en el camino religioso. 

Celestina mantenía una expresión de horror cuando Candelaria empezó a explicarle todos los porqués de no ilusionarse con Valladares. Puesto que al no recibir una respuesta de su primera carta, estaba decidida a enfrentarlo para darle un principio a lo que creía que sería una buena idea. Confesarle lo que piensa y siente. Sentía que el corazón se le hacía añicos al mismo tiempo que daba espacio a la razón de todos los porqués de Candelaria. Hasta ese entonces, tuvo que enfrentarse a la lucha de poderes, la razón contra el corazón. Y vaya usted a saber qué drama suscitó después de esa noche. 



6

Pensé que después de todo no vendrías. Pensé que en serio me dejarías esperándote porque me gritaste que esa sería la última vez que te vería la cara de tonta. ¿Por qué atendiste a mi última carta, Celestina? 

En aquel arroyo, donde nacían las aguas que abastecía a la hacienda de Valladares, Celestina llegó con el corazón pulsándole en la cabeza. El aire que lograba respirar parecía denso dentro de su pecho y sólo pudo decir: Porque a pesar de que lo veo todo tan claro, parece que me dura el capricho de quedarme. Estoy tan enojada contigo, conmigo y con Dios. Si un día me hubieran dicho que este sería mi destino, hubiera rogado de rodillas que me mandaran al convento desde el primer día que te vi. Él sólo se quedó parado a orillas del arroyo mientras veía el rostro sudado, compungido y esa mirada feroz que le reprochaban los ojos cristalinos de Celestina. De amor, de dolor y de muchas cosas, tan ambivalentes entre ellas y sin embargo, ella estaba ahí. 

La verdad es que sí te quiero. Caminó hacia ella pero, sólo encontraba negación en su rostro, para lo que ella dijo: Osvaldo, considera esta la última mirada que te han de dar mis ojos, estos ojos que no se cansaban de verte. Estos que te han llorado por tantos años y recuerda muy bien, que en esta vida no volverás a encontrar a alguien que te haya esperado tanto como yo, en el silencio de nuestras tierras y en el ruido de la gente... 
Te juro por la fe que tanto le guardé a Dios, que no volverás a cruzarte en mi camino, Valladares. 

   

sábado, diciembre 08, 2018

Mis cartas a Valladares (3)



"Querido Valladares: 

Acabo de pensar en lo mucho que no compartimos, esa mañana de domingo en la que no nos dijimos nada y aunque fue un medida de tiempo lo que Dios nos permitió compartir, estoy agradecida. Agradezco tu existencia en tal medida de haberle encontrado a la vida una razón para vivir. 

Todas esas historias que me he inventado han sido gracias a ti. El espantapájaros en el campo se ha vuelto un juego de niñas desde que te vi ese día en la iglesia. Pareciera, me atrevo a deducir, que lo nuestro era cuestión divina."

Celestina escribía cada tarde para luego romper las cartas. Cada una le sonaba peor que la anterior, una más romántica u otra más cortés. Ella quería ser de muchas formas en una sola hoja, quería soltar el pañuelo al aire con la esperanza de que nunca se supiera o quería manejarlo con estricto control mientras los ojos le pidieran a gritos un asomo de verdad. Hacerse notar sin siquiera intentarlo. 

Unos días despertaba con la idea firme de no darle más rienda suelta a su imaginación. Otros días imaginaba que el sol brillaba porque existía Valladares. Dentro de ese amor platónico se escondía una tragedia personal de dicha y desdicha. Una negación que debía ser aceptada pero, prefería ahogarla en el pecho, como cualquier otra planta que hubiese sembrado sobre la tierra.

"Querido Valladares:

Dando por entendido de antemano, espero que sus familiares se encuentren con buena salud..."

Levantaba la hoja y la arrugaba por completo en plena frustración. Volvía a intentarlo con la esperanza de no sonar como su madre cuando quería invitar a las vecinas a la hacienda. O como su padre cuando organizaba juntas de trabajo que terminaban en borracheras irrecordables. Tampoco quería hacerle una invitación relacionada con la iglesia, qué pensaría Dios de ella si usara su nombre para propósitos paganos. Decidió escribir una carta para hacerle pasar una tarde agradable a tomar el té. Porque aún con el calor infernal, siempre habría espacio para una taza formidable de té que "aclimatara" el cuerpo. Tal vez, podría apaciguar las aguas de sus propios pensamientos.  

"Estimado Valladares:

Esperando que goce de buena salud, me tomo el atrevimiento de invitarlo a pasar una agradable convivencia en San Marcos para tomar el té y hacernos compañía. 

Saludos, 
Celestina.  

jueves, diciembre 06, 2018

Mis cartas a Valladares (2)

Sonaban las campanas en domingo, la misa de las siete de la mañana estaba por empezar y Doña Manuela se encontraba en la primera banca, como siempre, en silencio y volteando a ver a sus hijas con esos ojos, ojos en los que el mismo diablo se reflejaba en la casa de Dios, cada vez que empezaban a reír entre sus cuchicheos. De mala cara estaban Antonia, Blanca y Celestina, con vestidos largos de tela clara y ligera hasta los tobillos, un par de guantes, sombreros y zapatos de tacón bajo. Todas adolescentes, Celestina era la mayor con 16 años, era alta, delgada, con el cabello ondulado, castaño claro y largo; Antonia tenía 15 años, era morena clara con el cabello marrón oscuro, ondulado y largo, era delgada igual que su hermana pero, era más baja y Blanca, con 13 años, con el cabello castaño casi dorado, largo y trenzado, de piel más blanca que sus hermanas. Y como en todo pueblo, no faltaban los abanicos de madera. Tampoco faltaban las miradas del juicio final entre las señoras del pueblo y la sonrisa de cortesía antes de que empezara la misa.

¿Cómo podría olvidar nuestra Celestina esa misa del domingo? Cuando conoció a Coronel Dionisio Valladares II, a su esposa Martha y a sus hijos: Julio y Osvaldo Valladares. Ese día tuvo un punto de no retorno y en su momento no sabía si rezar con más esmero o dejar entrar al diablo por la ventana. Lo había fotografiado tan bien en su memoria que si le hubiesen preguntado, contestaba si el muchacho tenía pecas o lunares y, para ella, todos esos atributos eran la perfección. Recordaba que habían estado fuera de la iglesia, parados uno junto al otro sin decirse nada. Y como hubiese deseado poder decir algo pero, lo único que se le ocurrió fue un Ave María mientras volteaba a verse los zapatos. Y el muchacho parecía un tronco, tal cual maniquí. 

Celestina, expectante de algún comentario climático o religioso, no le quedó más que ser cortés e intentar una despedida lejana, casi muda al joven Osvaldo. Deseaba voltear hacia atrás pero, no quería llevarse la desilusión de ver a la nada, esa nada con cuerpo y nombre. Osvaldo Valladares. 

Todo el camino a casa en silencio, como si hubiera descubierto una verdad que no andaba buscando. Como le hizo sentir miles de cosas en el pecho. Confusión y duda. Sólo tenía 16 años y al único hombre que veía como esposo era ese espantapájaros en medio del maizal, siempre crucificado e inmutable, dejando correr la imaginación de ponerle nombre y apellido, nada más... Nada menos. Desde ese día el espantapájaros no tuvo la misma visita de parte de Celestina, que sólo se mantuvo apoyada en él, pensando en el infinito, pensando en el silencio de Valladares. Qué preciosos momentos había vivido en su imaginación, al menos en ella un espantapájaros tenía más conversación que el heredero de la hacienda vecina. 



     

miércoles, diciembre 05, 2018

Mis Cartas a Valladares (1): Celestina

Celestina



Caminando iba sobre la terracería, mientras a lo lejos escuchaba los impactos de pistolas y cañones. Arrastraba los pies como quien cargara la muerte en sus hombros, la muerte de muchos, de todos aquellos que ya habían caído, pero, sólo se acordaba de uno y le pesaba tanto, porque le pesaba en el corazón. La llegada al pueblo parecía eterna, entre sudor y pena se lamentaba esa última carta que no obtuvo respuesta, esa última del adiós. 

¡Abuelita Tina! Hemos llegado sanos y salvos. Decía Rosario mientras entraba a la casa seguida de sus cuatro hijos, una muchacha de ayuda y de su esposo. Doña Tina corría a su propio paso para llegar a su encuentro y juntaba las manos como quien alzaba una plegaria al cielo. Una señora alta, delgada, de piel bronceada por trabajar en el campo, sonreía desde lejos viendo a su hija pasar por el umbral de la casa. Celestina sonreía marcando las arrugas de su cara y extendiendo sus brazos por aquella hija que le dejó el tiempo. ¡Llegaron temprano! Apenas estaba cortando la leña para el almuerzo. Se limpió las manos con el mandil y abrazó a Rosario, la observó de pies a cabeza mientras se alejaba de ella y le decía: Hay que comer más. Te ves muy delgada. Abrazó a sus cuatro nietos: Andrea, Lourdes, Héctor y Noé. Todos parecidos a su padre y lamentaba el parentesco. Saludó extendiendo su mano a su yerno Francisco y los invitó a pasar, para que cada quien eligiera su habitación; las niñas siempre con las niñas, los niños con los niños y el matrimonio aparte. 

Alrededor de esa casa se podían escuchar gallinas, pollitos, gallos, vacas, perros, gatos, gansos, pavo reales, loros, canarios, caballos y cerdos. Una hacienda alejada del pueblo, con suficiente tierra para dar empleo, comida y dinero. En catorce héctareas sembraba maíz, caña, tomate, lechuga, cebolla, rábano, papa, calabaza, chiles, pataste (chayote), remolacha, tabaco, yuca y frijoles. Después de tantos años, se había dedicado a la apicultura, lácteos y a sembrar plantas medicinales. Todo lo cosechado y elaborado en esa finca se iba al mercado del pueblo para su venta. Todo eso heredado de su esposo Rafael, quien murió de anciano, aunque también se le atribuyó al cigarro. Cosa que Celestina siempre odió porque Rafael era quien sembraba el tabaco, pero, prefería fumar cigarrillos porque en aquel entonces, era lo que estaba de moda cada vez que iban a la capital.

Así que después de su muerte, a Celestina se le hizo más fácil ponerse a trabajar como una más del campo, ocuparse de sus nietos y la venta de todo lo que se cosechaba en su hacienda que lidiar con las penas que le había impuesto la vida. No sabía si era castigo pero, lo aceptaba callada. Ni una sola queja de aquellos años, ni los de ahora. Tenía mucho que hacer y de tanto tragarse las cosas, se le fueron hundiendo los ojos de tristeza. Se le empezaron a hundir desde que conoció a Valladares. 

Tripas del 2014

Cuando escuchas a una persona que quiere argumentar contigo (y si de antemano pensabas que era un imbécil) porque quiere ponerse de víctima, quiere señalarte con el dedo, quiere excusar sus faltas y hacer como que no pasó nada pero sus pretextos son tan predecibles, descabellados y ni siquiera deberían de tener una razón de ser. Eso es una demostración de imbecilidad dos niveles más avanzada. Poner a terceros como excusa para estar pendiente de tu vida (porque le faltan pantalones, como siempre) pero en realidad "no le interesas". Que te hizo daño (debo decir que fue mutuo y no me siento orgullosa de ello) ahora excusándose porque "YOLO", porque "siempre hay una primera vez,  porque "ya sabías que yo era un pendejo", "conocías mi inmadurez" además, de que a todo eso se le llama Amor. Todo eso me hace sentir que cometí un gran error, uno de tan enorme magnitud que no quiero repetir y no le desearía ni a mi peor enemiga, que se encontrara con un (ni siquiera le puedo llamar hombre) espécimen que a duras penas llega a la peor basura del mundo . Y lo más increíble es que siga diciendo que me quiere y que me desea el bien. ¡¡¡CHINGA TU MADRE!!! porque ¡YOLO, PUTO! No siento odio, pero que la idiotez evolucione es una aberración a la vida, al mundo. No puedo creer que una persona no aprenda las lecciones que le pone la vida y siga creyendo que es lo más chingón de la creación cuando sigue siendo un pendejo sin oficio ni beneficio.

domingo, noviembre 25, 2018

El cuaderno lila

Dentro de sus páginas se encuentran los pensamientos más intensos, esos que no puedo escribir en un archivo de word, tampoco en un blog. Es como todo eso que no quiero decir pero debo expresar y sin embargo, se quedan escritos sin esperar a que alguien los lea. 
Es uno de los tantos cuadernos que he llevado conmigo, que he dejado en casa y que dejo a la vista de todos porque nadie tiene el interés de leer. Al menos, no un cuaderno que parece tener apuntes escolares. Es muy bonito por fuera, da esa sensación de cuaderno viejo pero en un color no básico. Lo compré antes de mudarme y hasta la fecha no he logrado llenarlo. Cada uno de sus pensamientos tiene fecha, a veces pasan meses que no escribo nada dentro de él. Últimamente no lo he hecho y es de esas ocasiones tan particulares en las que me pregunto si realmente escribir es parte de mi vocación... A veces lo dudo tanto, porque no tengo el ego. Porque no me gusta acaparar la atención, soy apática por momentos y en otros, soy tan invisible que la gente puede pasar de largo. 
He pensado que si algún día tengo éxito seguramente pondría a alguien más a exponer mis ideas o explicar mis libros, porque a mis 29 años aún me da pánico hablar en público. Si quiero decir algo, mejor lo escribo, porque así ordeno mis ideas. 
Verán, para todas las personas que me han dicho que soy fría o no tengo una opinión al respecto... El momento en el que tengo esa atención, toda ella hacia mí, es como si me partiera en dos y otra versión de mí me dijera "no lo digas", "no llores", "no te rías", "¿así te vas a quedar?", "di algo", "déjalo ir", "¡Huye!"...
Normalmente no huyo pero, me muestro impasible. Siempre hago eso cuando siento mucho. Tengo ese dilema entre lo racional y lo emocional, mientras tanto, por fuera todo parece normal. 
En el cuaderno lila es, pues, donde se quedan todos esos pensamientos intensos que no puedo compartir con el mundo. 

viernes, noviembre 23, 2018

De noticias malas a noticias malas

Normalmente cuando me siento mal escucho música, escribo (a veces), cocino o veo una película (porque leer un libro se me hace más comprometedor y no quiero dejar otro en la pila de los pausados). 
Ayer, me tuve que exiliar de las redes sociales y no contesté ningún mensaje, ninguna notificación de Facebook y me centré en dormir temprano. Eran las 10 de la noche, cerré los ojos y me quedé dormida. Ese mismo ayer, al mediodía estaba al borde de un infarto. Fue lo más horrible y más confuso que he sentido en toda mi vida. Me había enojado con todos y recibía más malas noticias de todo con tiempo límite encima. 
Caminé por todo el departamento (el cual no es muy grande) tratando de apaciguar esa furia mientras me mantenía la mano en el pecho, sintiendo esos recorridos raros sobre la espalda y el corazón. Mi brazo izquierdo, a veces sentía que no era mío o que al menos, no funcionaba de la misma manera. Estaba enojada. Intentaba respirar pausadamente y trataba de pensar en soluciones para ese momento. De lo que estaba segura es que no quería morir frente a una computadora, en bata de dormir y por un trabajo en el que di parte de mi tiempo y aún así, sin poderme titular. Si, ahora es lo que puedo pensar que es lo más importante en mi vida. 
Hasta me fui a un estacionamiento, detrás de un taxi a comerme una dona de chocolate, sentada, mientras me preguntaba ¿Por qué no pude tener un pinche día tranquilo en este semestre? Era un sentimiento de amargura, enojo, depresión y todo fue tan cíclico que empecé a dormir de más para no sentirme de ninguna manera ( sólo jodiéndome la espalda de estar acostada). Rogué para dejar de pensar o sentir por un rato pero no es como que le pueda poner una pausa a la vida. El mundo no se detiene mientras una se lamenta por lo que le pasa o le deja de pasar.  
Desperté hoy con la idea de NO enojarme. Iba a tener una tarde tranquila, no felicidad pero no más arranques de enojo. Si de algo me jactaba era de tener una presión sanguínea y corazón sanos, la vida siempre te demuestra que te equivocas... 
Me estaba quejando sentada en una banca sobre todo lo que había pasado el día anterior y llega un amigo a decirnos, cosa que no quería decir, que estaba más enfermo de lo que pensaba. Verán, empezó a platicar sobre su cita médica y de pronto, me paré a abrazarlo. Lo abracé y empecé a llorar. Pensé: Tiene sólo 21 años, toca un sinfín de instrumentos, es inteligente, así como lo pueden ver tiene suerte con las mujeres (aunque se le acercan medias locas, algunas), visita a los niños con cáncer. Quiero decir, ha hecho más cosas en su vida y por los demás que lo que yo he hecho en mi vida por mí misma. Sé que cada quien hace las cosas porque quiere, algunos parece que nacieron para servir al prójimo y otros como yo, parecemos robar oxígeno. 
En fin, mis problemas se hicieron pequeños a su lado. Realmente, no supe qué decirle y no tenía palabra alguna. Quería en ese momento, deseaba, tener una sola palabra reconfortante para alguien que tiene un camino exitoso por delante. Me preguntaba "¿Eso es todo? De verdad, ¿merece tener demencia y parálisis? Luego pensé: No puedo verlo rindiéndose a la enfermedad. No puedo. Debo hacer algo... No puedo decirle "todo va a estar bien", si ya sabe que no. No puedo sólo estar con él y ver cómo la enfermedad se lo está llevando por pedazos, siendo solamente espectadora. un día me recordará y al otro, no. 
Espero ser lo suficientemente fuerte y ser buen apoyo para cualquiera, que esté en mi vida ahora o después, mientras yo tenga vida.  

jueves, noviembre 22, 2018

El Escritor

Él nunca termina, nunca está conforme, nunca duerme. Las puestas de sol, los mediodías y las medias noches le pasan por la ventana. Encerrado en su habitación con una vieja pluma y papel amarillo. Pasan las horas y no sabe ni cuando fue que durmió. Se recuerda en la cama jamás despertando, jamás viviendo. 
Es el escritor, se le escapan las letras en el sueño, se le van las ideas en un parpadear. Está soñando, tal vez no. Se recuesta en su cama y no lo sabe porque sueña que está frente a la ventana, viendo renacer al sol sin verle morir. 
No recuerda cuando fue la última vez que salió a sentir el aire, si lo sentía en el corazón. Jamás sintió ese agujero en el pecho que de una u otra manera creció. 
Vuela el papel, vuela la pluma. Vuela la almohada lejana a la luna. Vuela el sueño, se va con Morfeo. 
Las cosas siguen su rumbo, ¿a dónde va el escritor? Perdió la cabeza, perdió el corazón. Entre mil hojas amarillas y un montón de palabras rotas que no pudo escribir. Dejó aquella historia a medias, de ese sueño que parecía socavón con labios carmesí. 
Vivió poco, durmió nada y escribió tanto. Se asomó por la ventana, esa pequeña ventana que sólo le dejó ver el sol. 
Rasgada está la pared pintada con cal donde colgó sus dibujos, ese color a tinta sangre con el que bañó sus tristezas, ese abrazo atizado que le devolvió el hambre, hambre de vivir cuando ya no podía hacerlo mas. 
Devoró su cuerpo con nostalgias que no le dejaron ver que había muerto viendo el sol naciente por la ventana que había pintado en la pared. 
 

domingo, noviembre 18, 2018

Anhelo

Entiendo que la gente se aburra de hacer lo mismo todos los días, yo soy una de ellos. Me aburro si un trabajo se vuelve monótono y renuncio. Si la escuela se vuelve monótona, me dan ansias por terminarla. Es como una carrera personal entre el pendiente y mis ganas de terminar. 
He estado leyendo el mismo archivo, tantas veces, cada vez me parece diferente y tedioso. He estado viendo a la misma gente con sus peores actitudes y quisiera correr. Desde que inició la semana he estado llorando, unos días me contengo porque no es el lugar. Me he despertado cansada sin siquiera sentir dolor y hasta a veces, me he inventado achaques que no son propios de mi edad, esperando a que me imposibilite salir al exterior. 
Pero viene la conciencia a decirme: tú eres la líder. Sabes que si te quedas ya no funcionará. 
No me malinterpreten pero, han dejado en claro que lo soy. No les interesa, no quieren hacerlo porque no saben que harán después de que toda esta etapa de sus vidas acabe. Tal vez, uno siga como parásito cohabitando al "sugar daddy"; el otro conseguirá trabajo con su madre mientras satisface a la vecina insatisfecha que tiene novio; la otra seguirá buscando la manera de comprar el último iPhone. La última, que me sigue en mando y que no entiende de comercio exterior, seguramente buscará su camino en otras materias. Y yo, que me he venido abajo, que soy la líder, espero siquiera conseguir un trabajo y sino, al menos crear mi propio plan de trabajo. 
Desde hace mucho hago el papel de mamá, de mujer independiente y de estudiante. Y no sabría explicar, a ciencia cierta, qué demonios pasa con ellos. Es como si no entendieran pero, lo hacen; simplemente fallan porque no ven más allá. Quieren viajar ¿a dónde? Quién sabe. Quieren ganar dinero ¿Cómo? Quién sabe. No hay plan A ni plan B. 
El viernes fue mi declive total. Eran las 3 de la tarde y yo seguía en la cama. A las 6 de la tarde tuve una exposición donde todo salió mal, porque el equipo nunca congenió en su totalidad. En la noche, me dolía el cuerpo, el alma, las ganas, el pensamiento. Y tenía ese anhelo de no pensar en los demás, ni siquiera por mí. 
Usualmente, cuando me duele el "ente", tomo una ducha larga, es como si el agua me transmitiera consuelo. Y cuando por fin pensé que se acabaría el día, fue cuando me dejé ir en llanto, a gritos, en busca de ayuda. Una palabra, un abrazo, una compañía silenciosa y ahí fue cuando me di cuenta que por más que busqué no había nadie. 
Hago uso de esa frase común que ahora todos usan: te buscan y ahí estás para ellos; tú buscas y nunca los encuentras. 
Mi familia me dice: ¡Tú eres fuerte! Me canso de serlo. Me veo fría, seria, casi enojada, ruda (algunos dicen) pero, también gozo de una parte sensible, la que casi no le comparto al mundo. Soy callada pero, cuando hablo es cuando tengo algo que decirle a esa gente que quiero que sepa, a la que le tengo confianza. 
No le ando sonriendo a cualquiera, porque parece permiso para coquetear o pasarse de listos. No le ando hablando a todos, aunque saludo a muchos. 
Y sí, como dice mi mamá, "los callados llevamos la música por dentro", soy mejor persona callando que hablando. En redes sociales digo puras pendejadas, porque para eso son. Lo intelectual, los temas serios, las crisis y los secretos me lo guardo para quien quiera saberlo y quien quiera compartirlo conmigo.
Mi declive, que pocas veces me doy el lujo de caer, es el cansancio de ser pilar y llevar el mando. Y a pesar de estar cansada, no bajo la guardia. Dejar de pensar en ellos, de preocuparme y de mostrar empatía. 
Sería bueno, de vez en cuando, poder cansarme y bajar la guardia... un día.  

  

domingo, noviembre 11, 2018

Extranjeros

Cuando era pequeña, todas las tardes me la pasaba en el patio trasero de mi casa. Este patio tenía un árbol de mango, uno de naranja, de aguacate y de limón. Siempre pensé o tenía esta idea normal de crecer, ni siquiera entendía eso de "crecer", en esa misma casa e imaginarme haciendo lo que más quería mientras metía las manos al lodo. 
En 1999, tuve que emigrar a México. Primero, viviendo en Tapachula, Chiapas que está muy cerca de la frontera con Guatemala. Al principio era como vivir en otro mundo. Diferente acento, moneda, costumbres y sentía que era una combinación de muchas cosas... Inexplicable.
hace 4 años, volví a emigrar para estudiar en la Ciudad de México y, hubo un momento en el que hablando con mi madre, tuvimos que ver hacia atrás. 
Mi abuela materna nació en Jerusalén, Israel. Su familia emigró hacia Francia y fue justo en ese momento en el que se dio la Segunda Guerra Mundial. Como muchos judíos, su familia tuvo que escapar. Cuando mi abuela tenía 16 años, se casó con mi abuelo de 35 años ( porque se seguía esa tradición de dar "dotes" por las mujeres), la única observación era que mi abuelo era católico. Entonces, mi abuela se convirtió católica pero sin olvidar sus raíces judías, tuvo 13 hijos y cada uno de ellos tiene un nombre bíblico. A excepción de mis últimas tías que tienen nombres católicos propios de Honduras. 
De mi abuelo paterno, españoles e italianos que llegaron a Honduras a comprar tierras, se quedaron y murieron ahí.
De mis abuelos paternos, eran descendientes de españoles y hondureños. Difícilmente puedo decir que soy completamente hondureña o judía, española o italiana o francesa. 
Luego mis tíos emigraron a Costa Rica, España y Estados Unidos. Después lo hicimos nosotros en México. Mi hermana es mexicana y una de mis primas, también. Somos una combinación de muchos países y hoy en día, ¿quién no lo es? Ahora mi mamá está casada con un suizo, de padre italiano y madre española. 
Así que, quiero suponer que la vida nos va llevando a donde realmente tenemos que estar, incluso si es algo político, social, emocional o económico. Creo en el destino y que no venimos al mundo por nada. ¡Claro! han sido decisiones que otros tomaron antes de nuestra existencia pero, lo que hicimos, cómo nos enseñaron a ser y hacer, lo que hacemos ahora y pensamos hacer después, son pasos para cumplir una misión en el mundo. Y todo depende, también, de lo que vamos a hacer con lo bueno y lo malo.  
  

viernes, noviembre 09, 2018

Mente en blanco

Repetí lo mismo tantas veces, no con los labios pero, se repite en mi mente. Creo que lo guardo por un momento, todo lo que pienso, de todo eso un pedazo de verdad se queda en mi cabeza y sólo logro expresar lo más superfluo y creo que he encontrado la mejor manera de evadirlo en silencio. Soñando. Soñando despierta entre las 12 y la 1. La noche y el silencio. Entre una taza de café y el cansancio. Me pregunto, vale la pena soñarte tanto, vale la pena seguir esperando o al menos, seguir pausando lo que sea que esto sea. 

He empezado a alzar la vista y otra persona comparte la misma dirección, no sé lo que significa, si oportunidad o confusión. Es muy fácil perderse en el camino y tan borroso se ve el destino. Me siento en la cama y pretendo estar tan agotada que cierro los ojos y al momento de pensarle, me quedo dormida. 

Tal vez, no estoy pensando en blanco, es posible a mi mala suerte, en tener tintas a medias de colores grisáceos de lo que quiero sentir y controlar. Lo evado tanto que un día de estos saldré corriendo a su encuentro para poder decirle nada. 

lunes, noviembre 05, 2018

Que doloroso es amar

Me encantó este poema de Leonor de Aquitania, reina de Francia y de Inglaterra, impulsora de trovadores y literatura artúrica y madre de Ricardo Corazón de León, fue una mujer única en su tiempo.

¡Que doloroso es amar...
y no poderlo decir!
Si es doloroso saber,
que va marchando la vida
como una mujer querida,
que jamás ha de volver.
Si es doloroso ignorar,
donde vamos a morir;
¡más doloroso es amar...
y no poderlo decir!

Triste es ver que la mirada,
hacia el sol levanta el ciego;
y el sol envuelve en su fuego
el ciego no siente nada.
Ver su mirada tranquila,
a la luz indiferente
y saber que eternamente,
la noche va en su pupila
bajo el dosel de su frente.

Pero si es triste mirar
y la luz no percibir;
¡ más doloroso es amar...
y no poderlo decir!

Conocer que caminamos,
bajo la fuerza del sino;
recorrer nuestro camino
y no saber donde vamos.
Ser un triste peregrino,
de la vida en los senderos,
no podemos detener,
por ir siempre prisioneros,
del amor o del deber.

Más si es triste caminar
y no poder descansar
mas que al tiempo de morir;
¡más doloroso es amar...
y no poderlo decir!

Vivir como yo soñando,
con cosas que nunca vi;
y seguir, seguir andando,
sin saber por qué motivo
ni hasta cuando.
Tener fantasía y vuelo,
que pongan al cielo escalas
y ver, que nos faltan alas
que nos remonten al cielo.

Más si es triste no gozar,
lo que podemos soñar;
no hay más amargo dolor,
que ver el alma morir,
prisionera de un amor
y no poderlo decir.

sábado, noviembre 03, 2018

Dicen las malas lenguas...

¿Quién no es chismoso aún en su pequeño círculo familiar? Bueno, en cierta medida todos estamos envueltos en dimes y diretes. Los chismes son como una canica que mientras va rodando, va creciendo. Un teléfono descompuesto que trasmite todo a conveniencia. Un emparedado de verdad y mentira. Un argumento de muchas bocas y poca lógica. 
Cosas así me persiguen todo el tiempo. Lo mejor que me puede seguir y doy crédito por eso, es que digan que soy una amargada o una mala persona ¿Por qué? Porque no me gustan las injusticias y me caga, CAGA, la gente que quiere pasarse de lista. Siempre he creído que esas personas tienen un karma pesado que algún día les ha de caer. 
Siempre he tratado de ser transparente, siempre. Desde que aprendí a no mentir, porque yo era una verdadera mentirosa, no podía vivir un día sin hacerlo. Cuando perdí la confianza de personas cercanas, tuve que aprender a decir la verdad. 
Ahora que ya estoy más vieja, se me complica un poco mentir. Si no digo lo que pienso en palabras, se puede leer en mi cara. Me he convertido en una persona sin filtros y lo peor de todo, no me queda remordimiento de decir la verdad.
Es por eso que si alguien escucha algo de mí, siempre lo invito a preguntarme si dije o no dije; si hice o no hice. Porque la gente habla de mí, puede engrandecer lo malo y subestimar lo bueno. Puede decir qué hice o no hice y yo sin saber si lo hice o no. Si dije o no dije y yo sin saber si lo dije o no. 
Mucha gente se aleja por lo que imagina y no por lo que realmente sucede. Se ofenden, se enojan, se van... 

Dicen las malas lenguas que, después de todo, se va el que no quiso preguntar... 

sábado, octubre 27, 2018

Del mundo

Soy partidaria de las reglas, porque las cosas tienen un proceso, un momento y un orden. Cuando escuché, vi y leí las noticias de la Caravana Migrante, lo primero que pensé fue: ¿Por qué? No faltó mucho para que las personas que tengo en redes sociales saltaran negativamente. Lo cual me recordó mi travesía por  migración, año con año, fueron horas y horas de espera, casi un día perdido por cada vez que me citaban. 
Es muy bonito estar en esa parte de la historia en que a uno no le afecta, como tal. En ese instante, con los contactos que mis familiares establecieron con los trabajadores en migración, facilitaban las cosas enormemente. Era de llamar por teléfono para agendar una cita y pasar sin filas con el director de la oficina migratoria. Qué dichosa era en ese momento y no lo sabía.
Cuando me tocó hacerme cargo de mi propia residencia, aún con los contactos de mi familia, decidí que tendría que esperar como los demás. Era como hacer un experimento social de qué sucede con esas personas que una ve sentadas mientras va pasando directamente a la oficina principal. Técnicamente pasaba que tenía que esperar como 8 horas, una llega con el primer policía, se anota y le dan un número de turno . Llegas a un patio con asientos de metal bajo un techo de lámina, pasas unas 2 horas, aunque más bien depende del número de personas que llegaron ese día a realizar algún trámite; después te llaman por tu número, te hacen sentar en otro juego de sillas (acolchonadas) bajo el aire acondicionado, algo más cómodo. Depende del trámite, puedes pasar de las 10 am a las 1:30 pm. Llegas a ventanilla y revisan todos tus papeles y las copias de ellos (los resultados depende de si una hizo bien las cosas o no).
Porque ya había establecido mi vida ahí fue que me resultaba más fácil aún cuando me quedaba horas esperando.
Por otro lado, se da lugar a la burla y la ofensa. Nunca me había sentido tan discriminada pero, jamás dejé y no he dejado de decir de dónde soy. Para mí, es un orgullo decir de dónde vengo aunque sea un país pobre, aunque muchos sean racistas, despectivos y usen la broma para expresar descaradamente sus pensamientos verdaderos hacia mí, hacia mi gente, mi tierra.
No me da vergüenza ser hondureña, me da más vergüenza que la gente hable sin conocer la historia detrás de movimientos masivos, de etiquetar de ladrón/puta/asesino a otras personas porque no son precisamente de clase media-alta o alta. Vienen los pobres, pero, pobres que trabajaban en su país y ahora no pueden mantenerse. Pobres que se cansaron no rendir en el día porque tienen que pagar impuestos al gobierno y las maras. Están atentos a todos sus pasos, la basura que dejan, ¿Graban también cuando ellos en su propia casa/calle/país tiran la basura en la banqueta, no levantan las heces de sus mascotas o tiran las colillas de cigarros al patio del vecino? No, no lo hacen, supongo que la soberanía aparece cuando es conveniente. El amor al extranjero conviene cuando viene de Europa, de EUA, de Canadá o de Asia y no estoy hablando de México solamente, hablo de toda Latinoamérica. Hablo del color de piel, qué tanto tienes y qué puedes ofrecer que no se haya visto antes.
Pero, solamente vienen pobres humanos sin nada qué ofrecer, vienen buscando lo que en su tierra no encontraron después de tantos años de esclavitud. De tantas mentiras prometidas y de peleas que saben que no podrán ganar.
Y yo, yo soy del mundo porque no pertenezco a México, tampoco a Honduras. Los papeles me quedan de adorno, las palabras me sirven para adornar lo que tengo que decir. Hago mezcolanzas de español, en cierto punto he perdido identidad y me identifico en este mundo como un ser humano más que pertenece a muchas estadísticas, un grano entre toda la arena para mantener a flote un sistema que se desmorona. Que ve la corrupción como muchos más pero, no hace nada más allá de lo que expresa, porque la mayoría teme por su vida.
 Esto me recuerda a mi mamá diciéndome: "¿Qué hubiera sido de ti ahora si no te hubiese sacado del país? Estarías en una caravana o muerta. Sé que ahora lo entiendes, porque antes pasabas enojada conmigo por haberte alejado de los demás."
No es fácil ser extranjero, no es fácil encajar en un país donde te ven de pies a cabeza pero si algo es cierto, es que no soy la única que sufre de esto, ellos se critican entre sí, el mundo no les embona pero la lengua la tienen suelta.
También es cierto que conozco la ley, que como mencioné al principio, nadie pasa los límites sin entregar los dichosos papeles, en orden y con la legalidad necesaria. Tal vez, en esa entrada forzada hubo miedo y frustración. Hubo capricho por no querer regresar a una casa que ya no pueden mantener y miedo de perder la vida en ello. No sé cuántas mentiras se dijeron en Honduras para armar la caravana migrante pero, he escuchado las mentiras de un gobierno nefasto que se lava las manos cuando los vio marcharse y rogó cobarde por su regreso para no perder dinero estadounidense. Si en Honduras no hay dinero, ¿quién podría costear los lujos de los políticos? Si todo está privatizado, ¿Cómo se saca a flote un país que ya no tiene riqueza propia?
Al gobierno no le interesa la gente, lleva enfermo muchos siglos. Quisiera que los mexicanos, los que critican/discriminan que los hondureños les van a robar trabajo, traen ladrones (que traen hijos. Les recuerdo que los maras dentro de su clan no pueden tener lazos familiares), putas roba-maridos (porque al parecer los sacan de su casa por la fuerza) y los niños (entrenados desde pequeños para robar, matar y violar, como ninjas) vienen en busca de una oportunidad.
Lo más sensato sería regresar a su país, lo más sensato sería que el gobierno hiciera algo al respecto, aún sabiendo que no lo hará. Que los harán callar.
Tantas muertes, tantos defensores caídos, tantos robos perpetrados y me suena que estoy escribiendo sobre un mismo país. Grande o chico, no son tan diferentes, sufren del mismo mal, de la política de rapiña que se burló de Morazán y aquella que ocupa la silla del águila.

martes, octubre 23, 2018

Rehab

Por alguna razón, tengo sentimientos muy extremos apareciendo de un momento a otro. Hay días en los que quisiera sentarme a gusto, a llorar. Otras mañanas me levanto con un frío que me cala los huesos y no es el viento que me pega en la cara, viene de adentro. Algunas noches, abrazar la almohada es lo único que me queda y no puedo recordar en qué momento se me fue la paz. 
No recuerdo en qué momento acepté el hecho de sentirme arrinconada por fantasmas que me habitan. Ni siquiera puedo describirlo. Unos días pienso que es la soledad, otros, otros parecen que no tienen sentido. Me pregunto en qué iré a parar pronto, no tan pronto y qué tan lejos. 
Otras mañanas está nublado y puedo sonreír por alguna historia tonta armada en mi cabeza, cualquier pretexto para escaparme del mundo. Suele ser así, siempre ha sido así. Tal vez me pierdo en la multitud de una estación de metro y soy una sombra más. Esas mañanas nubladas me recuerda todo lo que tengo enfrente y que aún no puedo ver y tal como si no pasara nada, sale el sol, sólo que conmigo se queda gris.
No, no es depresión y tampoco negación. Sé cuando suceden esas cosas porque de repente nos familiarizamos con ellas y como si fuera visita de cajón se queda conmigo en la cama, ayudándome a ver el techo. Y ahora no quiero ver el techo, ni el suelo, ni el cielo ni el sol. 
Hay días en que sólo me trago todo eso para luego verme vomitarlo en lágrimas que nunca entenderé por qué existieron pero, mi vida, realmente tienen razón de ser. Lo que pasa es que una es incapaz de aceptarlo y ni hablar de ponerle nombre. 



sábado, octubre 06, 2018

Fragmento en cuatro

¿Acaso el cielo debe pintarse siempre de gris cada vez que los veo? La tarde se vuelve macabra cuando entre risas no hay nada. Las conversaciones se vuelven más estúpidas porque estar serio parece que pasó de moda y la gracia es reírse de lo que sea para disimular la falta de algo, de todo y de nada, sí, de nada sirve porque se vuelven miserables con el paso del tiempo. 
Parece un reto reírse hasta por lo que no causa gracia. En serio ¿hemos de volvernos tan cínicos ante tanta desgracia personal? Que en los momentos en donde más sosiego se necesita, es cuando deciden distraerse con lo banal. ¿Tan vacíos están que no entienden que la vida los está cogiendo con ganas de desgarrarles el culo y ellos sonríen ante tal acto, que después de eso ya nada importa? ¿Cuándo vendrá la queja y cuando vendrá el grupo de ayuda para que exploren la verdad y cicatricen el ano mental? Ellos le llaman "improvisación" yo le llamo "vergazo consensuado". 
Sépase que ante tal cinismo no hay enojo ni tristeza, es decepción. Y cabe recalcar que lo miserable les resalta lo tajantes de presumirlo con gran orgullo y arrogancia. Exigen un trato de realeza después de sus metidas de pata que, me pregunto: ¿Desde cuándo debo darles paso a la conformidad y grosería para que la obligación les termine sabiendo a favor? 
Si, porque les sabe a favor lo que tienen que hacer por ese gran futuro que tanto anhelan. Es un favor terminar una meta que ellos mismos se comprometieron desde que entraron a calentar una banca mientras otros parlotean lo que supuestamente saben. 
Porque entran pensando en que serán ricos sin saber cómo. Y salen sin saber aplicarlo. 
Porque la teoría que saben y memorizaron les va a servir para todos los putazos de la vida cuando en realidad la bienvenida será un pinche recordatorio de que todavía puede ser peor. 
Nunca dejará de ser peor y en el primer sentón, sabrán que aquello que tanto despreciaron con tanta seguridad era el ungüento que precedía al "embrocón".     

domingo, septiembre 30, 2018

Octubre 4

Recuerdo ese día, esa fecha y ese año. Era 2014 (octubre 3) cuando salía de unas de mis consultas con una de las peores noticias y no pude pegar el ojo en toda la noche. La vida me pronosticaba existir hasta mis cincuenta y en ese entonces, tenía veinticinco. Sabía, de alguna manera, que el tiempo pasaría volando y no podría llegar a hacer todas esas cosas que siempre pospuse y las muchas otras que querría empezar a hacer, al menos, en mi imaginación. 
Estuve esa madrugada (Octubre 4) sin poder cerrar los ojos hasta las cinco de la mañana y una llamada me despertó a las nueve de la mañana con una noticia mucho peor. Mi nana, mi mami, mi segunda madre... había muerto. No podía creerlo. Días antes había hablado con ella para decirle que iría en diciembre a verla, después de catorce años. No podía imaginar en mi atolondrada cabeza, en ese instante, un mundo donde no estuviera ella. Desde que tenía uso de razón, ella existía. Existía en los buenos momentos, en los malos, en las caídas y en los regaños. En esas tardes de telenovelas abrazada a ella, en esos tamales hechos por montón. En la navidad. En los cumpleaños. En los domingos. Todos los días de escuela a las seis de la mañana. En las citas médicas. En los gritos de la seis de la tarde porque ya estaba la cena y en ese último adiós que me dio por adelantado porque no quiso ser testigo de mi mudanza a otro país. 
Ese día (Octubre 4) me la pasé llorando y parecía que me estaba muriendo pero, no podía morir en ese momento. En mi agonía me ahogué todas las palabras que quise decir y era uno más que la desolación. Nunca pude pronunciar palabras de condolencias a sus hijos, a mi tío y a sus nietas. No podía dejar de pensar en todas esas veces que la imaginé en mi graduación, en mi boda o conociendo a mi primer hijo. Y en ese momento, sólo había un espacio vacío en la banca de la iglesia, en la mesa de la fiesta, no estarían los ojos claros que quería que fueran parte de mi felicidad. 
Cuatro años han pasado y no hay momento que no piense en ella. Y justo en los momentos de desolación quisiera que me abrazara. No he encontrado abrazos más cálidos como los que solía darme. 
Me propuse ser feliz y positiva en todo lo que me restaba de vida porque sabía que podría reunirme con ella pronto. Ante cada problema, encontraría una solución; un obstáculo, fortaleza; una lágrima, un consejo; ayuda, una mano. 
Puse todo de mí para que fuera, cada día, de esa manera. Sería fuerte y aún con el tiempo encima, lograría todo lo que me propusiera. Sería feliz. 
Cuando cumplí veintinueve, aún tres días después, estaba en la sala de un hospital realizándome un examen para descartar esa rara enfermedad. El doctor me vio muy soriente y me dijo que no tenía FQ. Me sentí feliz y aliviada. Así como lo hizo mi familia. Pero, no sabía que había tomado eso como un permiso para volver a tocar fondo en la tristeza. De dejarme llevar por sentimientos de amargura y estancarme en el pasado. Ser esa yo que había dejado atrás, porque no tenía tiempo de aferrarme a todo lo que los demás veían como prioridad. No tenía tiempo para llorar y ver el mundo pasar. Cada vez que llorara, sería una fuga pero, limpiaría mis lágrimas y lucharía por esas cosas que siempre quise, aunque fuera lo último que hiciera... 

Creo que llegó el momento de renovar esos votos y seguirle haciendo tributo a mi mami, esa mujer que me abrazó haciéndome llamar "hogar" a una persona. El tiempo que yo me tarde, valdrá la pena si vuelvo a estar en sus brazos.  

viernes, septiembre 21, 2018

Todo mal

Desperté con ganas de empezar un día tranquilo y sin quejas, por primera vez en la semana. No hice caso a los mensajes, ni a los correos y menos, a las notificaciones. Quise acurrucarme un rato más en la cama y acompañada por mi gata, pasar un ratito más de paz. 
Cuando por fin decidí contestar, revisar todo lo que me mandaban y contestar todo eso que necesitaba una respuesta, empecé a conciliar el sueño y por momentos muy breves, se me cerraban los ojos y comenzaba a soñar. Con personas que no conozco y con otras que sí. 
Por un instante decidía entre seguir soñando o volver a la realidad, con mucho pesar me levanté porque la realidad tiene metas cortas que cumplir y para eso, yo soy su títere. Así que me bañé, cambié, peiné, comí, atendí lo que debía ser atendido y justo cuando pensaba que llegaba temprano, llegué tarde.
Tuve que lidiar con ese genio diabólico, no tanto como el mío pero que tanto me choca, de otras personas. Supe desde ese instante que todo lo que siguiera, estaría mal. En efecto, todo salió mal. Mi cansancio sobre el drama, mi poca paciencia con las personas que me rodean, mis pleitos internos entre continuar o mandarlo todo y a todos al carajo y la suma de mis ganas de desertar pronto, dieron un resultado de caminatas sin sentido con enormes ganas de ceder al llanto. 
Cedí pocas veces y muchas otras me aguanté, contando mis pasos y manteniendo la calma. Inhala y exhala. Entré a la biblioteca con el objetivo de dejar a un lado el drama, tomar un libro de negocios y avanzar en eso que tanto anhelo terminar para no volverlos a ver nunca más. 



miércoles, septiembre 19, 2018

Lo que pase primero.

Ya llega un punto en que no sabes si descansar es bueno o no, no vaya a ser que descanses de más y te levantes peor. Me dedico a ver pendejadas y a hacerlas. Me sale natural. Una se supone que no merece nada de lo que le pasa o se pregunta por qué le pasa, pero, debe pasar mucho tiempo para entender el merecimiento. Aceptarlo. 
Como todo lo que pasa se remite a todos los ámbitos de la vida, todo pasa parejo. Por ejemplo, yo soy feliz estando en mi casa y no es que sea un lugar lujoso o extremadamente maravilloso. Ni siquiera tiene vista a la calle o a un jardín (ni siquiera a uno seco), es más esa falta de percepción del tiempo. Una cápsula que me destierra del mundo. Si salgo de este capullo al que llamo "hogar", todos los problemas se hacen presentes: la gente, el tráfico, los fumadores, los que estorban en el camino, el que se pasa el alto justo cuando pongo un pie en el asfalto, los que se ríen como si tuvieran altavoz, los ambulantes, el clima, el calor, el frío, la que te cae mal, el que te gusta, el que no te gusta pero tú a él, sí...  y todos los demás que deseas que se vayan al carajo. 
Entonces, el humor va al paso del viento y en picada, el dinero se esfuma porque se te antoja todo. El sueño te acompaña porque el mundo amanece más temprano que el sol y escuchar tanta pendejada, o te da risa o te taladra el cerebro. 
En mi caso, voy por la vida buscando un café, confundiendo el azúcar con esperanza porque así aliviano el día y siempre estoy tratando de apresurar al tiempo, porque quiero regresar a casa. 
Y resumo que después de haber escrito esto, lo que en realidad me molesta, es la gente. Aparte, es lo que hacen ellos y lo que yo misma me provoco, a veces llanto o a veces, gracia. Lo que salga primero. 

lunes, septiembre 17, 2018

Timidez

Tenía 5 años cuando empecé a odiar que me pusieran vestidos que mostraran más allá del cuello o que no tuvieran mangas. Odiaba tanto tenerle miedo a una sonrisa dada por un adulto, porque parecía que podía observar más allá de mí, sin saber si eso podría ser cierto. 
Incluso huía de la atención que la maestra del preescolar solía darme porque me sentía tan incómoda siendo observada, aún cuando lo que no estuviera haciendo no fuese una travesura. 
Al crecer, sólo podía quedarme callada o cuando requerían que participara en clase podía hacerlo siempre viendo al suelo o titubeando. Y porque por más que quisiera ser fluida o más extrovertida, todo me daba pena. 
Participar frente a los demás se volvía una tarea MUY complicada. Una preparación mental que me quitaba el sueño. Hasta para los eventos en donde me veía involucrada en visitas con la directora, una monja, me quedaba callada aunque no fuera mi culpa. 
La timidez, supuse, era una cuestión de miedo. Si la persona no me inspiraba confianza, cerraba la puerta (metafóricamente) y correr, sería un pensamiento recurrente. Lo mismo sucedió aún en preparatoria, porque nunca me hicieron hablar más de lo necesario pero, al escribir, era un caso totalmente diferente. 
En mi primera carrera lograba hablar porque ciertos maestros me inspiraban confianza. En mis primeros trabajos, logré hablar fluidamente y sin equivocarme, porque ya me había aprendido todo lo que estaba vendiendo/ofreciendo/ayudando y parecía muy segura de mí misma pero, en realidad, odiaba hacerlo. 
Y ni hablar de las relaciones amorosas, muchas oportunidades pasaron de largo porque no lograba decir lo que realmente quería y moría por hacerlo. ¡Cuántas veces me reproché por amores del pasado que pudieron ser más que eso! 
Y aunque desde un tiempo atrás se me ha dado esa facilidad para hablar con las personas, otras personas lograron a que dejara el silencio de la inconformidad y de no hablar por aquello que tanto quería. Porque hay ciertas personas que se aprovechan de los que "parecen" sumisos, sin saber que están alimentando a una bestia que tiene mucho que expresar sin filtros ni tapujos. 
A veces, hablar, aún con todos los miedos atorados en la garganta, suele ser un regalo muy personal que puede liberar el alma. 
Y me he dado cuenta que sólo lo hago cuando realmente quiero algo. Sigo siendo la misma tímida de 5 años que actúa el papel que se le encomienda en ese momento para poder moverse entre los demás. La que pretende ser alguien que no es, una representante de sí misma porque la verdadera se esconde entre sus miedos arraigados y los anhelos frenados, todos abrazados entre sí, en algún lugar en mi cabeza. 

miércoles, septiembre 12, 2018

Amazing Day

Escribí esto porque desde hace días me he visto en el espejo con una historia que contar, las palabras han salido como oraciones en pleno rezo y de todo eso, salió esto...


Hace mucho tiempo, unos seis años, me encontré con una señora que me leyó las cartas. Recuerdo en que insistió bastante para dejarnos ver las venturas que nos traería la vida muy pronto o no tan pronto. Escuché todas las predicciones que iba diciendo con respecto a mis amigas y cuando llegó mi turno, muchos nervios se apoderaron de mí. A media lectura agregó que conocería a tres hombres en mi vida y cuando llegó el momento de nuestra boda, dos hombres se aparecieron ante mí, rogando que no me casara porque cometía un error. 

Cuando te conocí no tenía idea de lo mucho que compartirías conmigo y tampoco confiaba en que llegaríamos tan lejos. Había pasado por tantos fracasos que pensé, serías uno más. Traté de no encariñarme contigo o de no ver más allá del día siguiente. Te mostrabas tan callado y siempre con expresión de saber algo que aún yo no. Y desde que tomaste el valor de preguntarme delante de los demás si querría pasar una vida contigo, até en mi mente un lazo contigo, todo lo que representas y todo lo que creía que eso significaba para ambos.

Así que cuando llegaron a decirme que cometía el error más grande de mi vida, me aferré a ese vestido blanco y a ti. Esas cartas que predijeron que algún día te conocería me provocaron un dolor de cabeza y tanta incertidumbre, porque siempre tengo mala suerte para coincidir con las personas correctas. Y en ese día tan importante, tuve incertidumbre de lo que estaba pasando, quise detenerlo todo pero, sabía y quería lo que estaba aconteciendo. Me aferré tanto, a que aunque no fueras tú, yo quería que lo fueras. 

Tomé todos mis miedos y dudas y las llevé conmigo al altar. Tomé tus manos e hice promesas que no sabía si cumpliría, aún con todo encima, me prometí a mí que serías tú, siempre. Y no fue un capricho, fue ese revolcón de esperanza que me invadió al instante, al verte esperándome. 

Tomé esa vida juntos y empecé a vivirla, contigo, confiando en que siempre estarías a mi lado. Que todo lo que hiciera, sería contigo. Que a donde fuera, sería contigo. Que estarías ahí en toda esa vida juntos. Nunca pensé que la vida llegara a ser tan efímera como tampoco imaginé el final. Posiblemente haya pensado que yo me iría antes que tú pero siguiéndome un día después. O viceversa. 

Me preparé en todos estos años a no faltarte nunca porque, el amor se alimenta, se arropa, se cuida, se reacomoda y crece, se fortalece. Pero, en ese tiempo jamás volteé a verme. Dejé a un lado todo lo que tuviera que ver conmigo y le resté importancia sin saber que ambos perdíamos. Cada día me sentía peor y hasta este momento, me doy cuenta que, he recortado esa vida que prometí siempre contigo. 

Suelo verte dormido en el sillón mientras no digo nada. Siento el aroma a enfermedad en el aire y pido al cielo un día más. Agoto, supongo, mi existencia a costa de lo mismo. Dime, ¿qué promesa podría hacerle a Dios para quedarme más tiempo contigo? ¿Qué pacto podría ofrecerle al Diablo por verte envejecer conmigo?
Te quería tan eterno conmigo y he sido tan breve entre nosotros que pronto no habrá ninguno. 

Me hieren los celos pero, ¿qué podría hacer alguien que ya no existirá por sentirlos? Si la vida pondrá a alguien más en tu camino para que seas feliz ¿Qué podría decirte ahora que te componga el alma? Me resumo en seguirme atando en ese lazo que mentalicé en ti mientras la muerte afila su oz. 

Y lo último que puedo decirte es que di todo de mí antes de tiempo. Que hiciste que esta mujer tan fría hiciera algo sin temor a perder y que no le importara hacerlo, porque le cuidaba alguien más que no fuera ella. Que dejaste atar ese lazo y cuando parecía romperse, tú anudabas los hilos rotos. El día que tomé tus manos en ese altar, diste todas las respuestas a mis dudas y dibujaste un camino en donde nublaba mi incertidumbre. 

Porque estaba empeñada en que fueras tú, quería que lo fueras, lo fuiste y puedo morir sabiendo que siempre lo has sido.   


 FIN. 

sábado, septiembre 01, 2018

El gato y el ratón

De nosotros dos, ¿quién lo es? De nosotros dos, tú huyes más y yo, dejo de correr. 
A veces te persigo con la mirada y a veces, tú lo haces. Yo no lo veo pero prefiero no saber. Así no estoy alerta y puede ser que, así no quieras correr.
Unas veces yo soy el gato, jugando a ser tan indiferente; en otro momento, soy el ratón pero, parece que no le temo a la muerte.  
A veces invertimos papeles o solemos repetirlos. Unos días somos gatos y otro día, somos ratones, corriendo en direcciones opuestas. Corriendo en círculos. 
Otras veces me planto en tu territorio pero nunca, recorres el mío. Esos días estoy jugando al gato y a veces, juego sin querer jugar. Tantos días he decidido no jugar y siempre termino rasguñando. Rasguñando al pensamiento oportuno donde es más fácil tu ausencia que una palabra tuya... 
Maldito ratón, me doy cuenta que siempre a esconderte vas... Maldito gato, que aún tengo ganas de rasguñar tu serenidad.  





martes, agosto 28, 2018

1, 2, 3...

La situación se ha prestado para enterrar los pies sobre la tierra. Todos aquellos pájaros que alguna vez cantaron en primavera se han escondido en los árboles, se han escondido de los murmullos del cielo y no queda más que un puñado de realidad. 
Por alguna razón, la sonrisa se ha marchitado y defender el futuro se ha vuelto una prioridad única. A veces tan hermoso y a veces, tan insensato. ¡Alerta, alerta! Las trincheras del estado de ánimo grisáceo aún siguen apuntando hacia ese invierno tan deseado. Y no sé si me apuntan a mí o a todo aquello que deseo. 
La postura del líder es mantener el fin en mente y lo único que se me ocurre es, mantener más trabajo del que ya tengo. La simple idea de tener una fuga de realidad, es inaceptable. Una vez que se va, todo lo demás está perdido y he tenido más pérdidas desde que comenzamos la guerra hace tres semanas. 
Sigo negociando, los veo negociar pero, no sé si están negociando o juegan a... 
Buscan y entre sus búsquedas, los veo desplazarse fuera del punto de encuentro. Se han perdido y la brújula no está funcionando. Mi General se ha derrumbado en el fango y ninguno de sus soldados es capaz de levantarlo, tal vez por miedo o por respeto. Estoy más que segura que es lo primero. Me sigue mi mano derecha y la izquierda ha sido apuñalada. 
El aprendiz a soldado quiere bombadear toda América y declara la guerra a todos los pueblos que va. Lo escucho hablar y quisiera enterrarle un cachimbazo en la boca pero dentro de los estatutos de la diplomacia, eso no está acorde. Veo a mi almirante dando pasos dudosos en el camino de la desolación y le hablo tantas veces como puedo para que regrese a la luz.  
Y el último en ponerse en aprietos, es el Coronel, lo veo embarrado en la pared, tratando de fundirse con el cemento. A veces habla demasiado, parece estratega pero cuando en el mapa la cosa se pone difícil, es el primero en desaparecer. 
Y luego estoy yo, se supone que soy la líder pero parezco madre, psicóloga y esa maestra loca que pone a los niños a correr cinco veces la manzana de la escuela. 
Parezco ese recordatorio horrendo de todos los pendientes por hacer y no hago nada más que tratar de armar al pelotón. Supongo que eventualmente, la granada que pongo en mis manos, sería una metáfora de lo que realmente soy. Cada noche antes de dormir, inhalo y exhalo y cuento...   

domingo, agosto 19, 2018

Sin nombre

Me convertí en parte de algo y supongo que con el tiempo seré nada.
Me convertiré en un recuerdo y posiblemente en algo hecho a medias.
Sabré de alguna manera que pertenecí a un lugar y luego, lo dejé.
Unas veces tan cerca y otras tan prohibidas, que mejor me limité.

Me enfoqué en lo normal y en el pasar de los días, más te pensé.
Me puse tantas tareas sobre los hombros y no quiero menos que eso,
se supone que entre más ocupada estoy, menos cabida a debilidades.
Prefiero verme menos en el espejo porque sé que te ahí te encontraré.

Prefiero muchas cosas pero inconsciente, te sigo buscando al pasar,
De repente estoy puesta en lo que escuchó y luego no escucho más,
Sé lo que quiero escuchar pero mi recuerdo no lo reproduce tan bien,
pequeños fragmentos de canciones que no tienen nada que ver.

Una noche lluviosa, un té de limón y tantas represiones encontradas.
Una mente vacía, un cuerpo adolorido y un escrito que no termina,
Un día de caos, agua de jamaica y tantos tiempos muertos juntados,
Un corazón pausado, cansado de tanto caminar a paso carmesina.

viernes, agosto 10, 2018

Aborto Legal Parte II

La ciudadanía argentina votó en contra del aborto legal y las mujeres que opinan y apoyan la noción de que las mujeres puedan abortar de manera legal, segura y gratuita se lamentaron el hecho de que no se haya aprobado. Muchas en respuesta a esta desaprobación, salieron, en sus respectivos países, a marchar en simpatía con el movimiento pro-aborto. 
Mucho se ha comentado de norte a sur, hombres y mujeres han tomado bandos pero, más allá de una postura (porque los pro-aborto culpan a muchas cosas y entre esas, a la religión y la moralidad) se argumenta que es una decisión personal pero, el gobierno te tiene que apoyar. 
Así como muchos argumenta que si tienes diabetes y no te cuidas, ¿por qué el gobierno te tiene que ayudar y al aborto, no? Porque la diabetes se fue descubriendo con el tiempo, por lo tanto, se tenía que prever y apoyar a la población. 
Lo mismo sucede con el cáncer, el alcoholismo (que da lugar a cirrosis), el hígado graso, el colesterol, etcétera. Fueron enfermedades que se han ido descubriendo por medio de los hábitos que las personas hemos obtenido con el pasar de los años y de acuerdo a cómo vamos creciendo/envejeciendo. Y no se me puede olvidar el VIH/SIDA, razón por la que existen métodos y anuncios en los hospitales públicos (porque podrá no haber Rayos X pero sí hay anuncios o publicidad de servicio público que te exhorte a usar condón, a dejar de tomar coca-cola, dejar de fumar, de consumir drogas, etc.). 
Por lo tanto, es algo con lo que no se contaba pero se fue controlando. Un embarazo, también se controla antes de que ocurra. Y no es deber del gobierno controlar algo que por ende, una pareja sabía que sucedería sin la protección adecuada. No es como que engendrar sea una plaga/enfermedad con la que no se contaba...
Si lo vemos desde el punto de vista informativo/periodístico tenemos lo siguiente (más abajo pongo mis fuentes): 

"Por un amplio margen, la disminución más pronunciada en las tasas de aborto ocurrió en Europa Oriental, donde el uso de anticonceptivos efectivos aumentó sustancialmente; la tasa de aborto también disminuyó significativamente en la subregión en desarrollo de Asia Central. Ambas subregiones incluyen estados del anterior bloque soviético, donde la disponibilidad de anticonceptivos modernos se aumentó pronunciadamente después de la independencia política. Esto ejemplifica cómo el aborto se reduce cuando se aumenta el uso de anticonceptivos efectivos".

Las leyes se ubican en un continuo que va desde la prohibición total hasta el aborto permitido sin restricción en cuanto a razón. En el 2017, el 42% de las mujeres en edad reproductiva vivieron en los 125 países donde el aborto está fuertemente restringido (prohibido completamente, o permitido solamente para salvar la vida de una mujer o proteger su salud).

"La gran mayoría (93%) de los países con ese tipo de leyes fuertemente restrictivas están en las regiones en desarrollo. En contraste, en casi todos los países de Europa y América del Norte, así como en varios países de Asia, se encuentran leyes ampliamente liberales".

Lo que nos falta no es el aborto legal como tal, nos falta el acceso a anticonceptivos de alta efectividad, mejor difusión de estos y que en la educación pública, tanto a alumnos como padres de familia, se les eduque para una mejor toma de decisiones desde jóvenes y que los padres de estos, sean conscientes de que es mejor tener la mente abierta sobre la sexualidad que tener que recurrir a casos trágicos como lo es el aborto clandestino o el embarazo no deseado. 

Vivimos en países en desarrollo, en muchos aspectos, lo mejor que podemos hacer es educar a los más jóvenes para que no tengamos que recurrir a una disparidad en leyes que favorezcan a un género más que a otro. Para eso, se debe exigir al gobierno una inversión adecuada a la educación y una renovación constante de los planes de estudios que se adecuen a los cambios globales económicos, políticos y sociales. 

Fuente: 



https://www.guttmacher.org/es/report/aborto-a-nivel-mundial-2017-resumen-ejecutivo