miércoles, enero 16, 2013

Un mundo sin Animales


¡Hola!

Aquí les dejo un cuento que hice hace algunos meses para una convocatoria, no resultó ganador pero... para  mí, lo es. 


    En un lugar muy lejano de aquí y hace mucho tiempo, existía una aldea poblada de los pocos sobrevivientes del caos apocalíptico provocado por el hombre. El único lugar donde se encontraba el último pedazo de vida en el planeta. Todo lo demás había desaparecido, no había animales y muy pronto estaba por desaparecer. Leo, un niño sobreviviente que jamás conoció a los animales más que por anécdotas de sus abuelos, imaginaba un mundo donde estuviesen vivos. Un día, aburrido de no tener nada que hacer y de lidiar con el silencio de su hogar, decide ir a caminar mas allá de lo permitido por su aldea, llegando a una laguna en profunda calma, recordaba las anécdotas de sus abuelos donde existían los animales y los imaginaba alrededor de él. Cerró sus ojos para visualizarlos mejor hasta quedarse dormido.

     Cuando despertó, decidió levantarse y regresar a su aldea, cuando algo repentinamente se movió en el agua. No sabía que era ni que lo causaba, sentía mucha curiosidad y tenía una extraña sensación, algo que no había sentido antes. Extrañado y con una cara de duda, se queda parado observando la laguna, esperando un segundo movimiento para asegurarse que no fuera su imaginación; de repente, entre los árboles se escucharon bruscos movimientos de las ramas, grandes y pequeñas sombras entre los árboles, sonidos raros que jamás había escuchado. Sus manos estaban frías, su respiración se aceleraba y empezó a sentir lo que no había sentido nunca: Miedo.

     Esos seres salieron a luz de todos lados, era increíble para él, no sabía qué hacer, estaba sorprendido, era un sueño hecho realidad. De su interior, un sentimiento profundo, alegría inmensa. ¿Cómo pudieron desaparecer? –Se preguntó- . Caminaba hacia su aldea, viendo como al avanzar, se encontraba con pájaros, monos, tigres, osos y un sinfín de animales más. Se imaginaba lo diferente que era el mundo si existieran aun, “Sería más divertido” pensó, pues no sabía si era reales o parte de su imaginación. Continuó caminando emocionado para contarles a sus padres lo que había visto esa tarde. Se preguntaba si realmente todo era verdad, continuó caminando sin darse cuenta donde pisaba cayendo en un agujero. 

      Cuando abrió sus ojos, se encontró en la orilla de la laguna, donde se había quedado dormido, volteo a ver a todos lados esperando encontrar a esos seres que había visto antes, pero nada daba señal de vida a su alrededor. El sol se estaba perdiendo en el horizonte, se levantó rápidamente para llegar a su aldea, mientras avanzaba veía a todos lados para asegurarse de que era un sueño. Después de cierto tiempo, de tanto caminar, pudo ver a lo lejos las luces de su aldea en medio de la oscuridad, llegó a su casa sin decir nada y un poco decepcionado. Esa noche se la pasó pensando en todo lo que había visto en su sueño y un sentimiento de frustración invadió en su pecho. Esa noche se durmió tanto imaginándose un mundo diferente. 


      Al día siguiente, se encontró con un gran alboroto en la aldea, pues toda la gente estaba reunida viendo hacia el cielo. Unos exclaman: ¡Es imposible!, otros: ¡No puede ser! Con mucha duda, se acercó a su padre, preguntándole: ¿Por qué todos ven hacia el cielo? Su padre le responde: Han visto a un ave que hace mucho no habíamos visto. Se supone que están extintas desde hace mucho tiempo. –Papá, ¿Por qué se extinguieron?- preguntó Leo; su padre le responde: -Porque nunca los supimos cuidar y por eso, los más jóvenes de nuestra civilización no llegaron a conocerlos nunca.


     Leo se quedó pensando ese día sobre las palabras que le había dicho su padre, deseaba tener la oportunidad de conocer a los animales así como su padre había tenido la oportunidad de verlos. O al menos, estar cerca de esa ave que todos habían visto. Si eran sus últimos días en este mundo, sería lo último que podía pedir, estar cerca de uno de ellos. Cerró sus ojos, tratando de imaginar a todos los animales de los que su abuelo contó muchas historias. Se fue corriendo hacia el lago como la última vez lo había hecho, trató de llegar lo más rápido posible. Se tiró en el suelo, a la orilla de la laguna, cansado y sin aliento, cerró sus ojos para imaginarlos cerca de él. Al no poder verlos ni siquiera en su imaginación, sintiéndose vacío  tapó su rostro con las manos y se puso a llorar. De repente, escuchó un canto, levanto la mirada y frente a él se encontraba el ave que todos en la aldea habían visto esa mañana, sorprendido dejó de llorar y vio fijamente al ave que extendió sus alas para emprender vuelo al cielo.

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