miércoles, febrero 18, 2015

Peleando con demonios internos

En las últimas noches me he soñado en lugares que no reconozco y he visto rostros que no son familiares, he visto amigos pasando por trances que ni yo misma me logro explicar pero,  tener un sueño lúcido en donde todo es macabro e intenso, me deja dos opciones: hay un mensaje detrás de ellos o me estoy volviendo loca.

Todo comienza en una extraño lugar en una ciudad que no reconozco y frente a mi hay dos edificios, uno  construido de manera rectangular y el otro, de manera cuadrangular. Ambos conectados con puentes que se definen en curvas y que desde mi perspectiva forman unas ondas, similarmente al modelo molecular del ADN, todo en blanco. A su alrededor, hay pasto y muy atrás, edificios y colinas que conforman el fondo de esa grandiosa construcción.

Camino hasta la entrada del edificio y no voy sola, mi mamá y mi hermana me acompañan. Sabemos que es un lugar conocido y como si nada entramos, mi mamá decide subir por los puentes para llegar al tercer piso, estos no tienen escalones, es un camino liso y limpio. Decido dar una vuelta por el edificio con mi hermana. Platicamos de muchas cosas mientras subíamos por los puentes hacia otros pisos y sin darme cuenta ella sufre cambios en el trayecto. Me paro a mitad del puente, la volteo a ver y está parada frente a mi, mas pálida y con unas protuberancias en su rostro, una especie de ampollas enormes que brotaban desde su barbilla a sus labios y parte de su mejilla izquierda. Eran similares a la varicela. Me siento sorprendida y le pregunto qué le pasó en el rostro mientras acerco mi mano, pero ella se aleja y me responde: "quiero ir con mamá". Se voltea y corre dejándome atrás. Camino rápidamente siguiendo su camino, sigo pensando en lo que le pasó y no encuentro una respuesta lógica.

Mi madre está sentada en un sillón junto con otra persona, mi hermana está frente a ella. Ambas sin decirse nada. Llego e intento posar mi mano sobre su hombro y mi hermana intenta atacarme poniendo sus manos en mi cuello; en mi defensa, hago lo mismo pero, mientras intento defenderme sin saber el por qué de la agresión, su piel comienza a caerse en pedazos mientras habla con una voz diferente y se ríe a carcajadas, luego sus músculos caen al piso y mis manos están llenas de sangre. Suelto lo que queda de ella y cae al piso, aún intento recuperarla pero ella se consume. Veo mis manos temblando y me siento aterrada, mi madre no dice nada porque parece desconectada de la realidad. Uno a uno los pedazos de mi hermana se unen de nuevo y se forma un bebé, lo tomo en brazos y sus ojos son completamente negros. El niño se ríe pero es una risa diabólica y empieza a consumirse en mis manos, al igual que mi hermana. Un pedazo de carne queda de él y yo corro en busca de ayuda en el edificio contiguo, subo dos pisos mas y me encuentro en la entrada de un gran salón, en donde un grupo de personas con copas de champán en mano celebran. No me importó. Con las manos ensangrentadas y cargando ese pedazo de carne que aún tenía vida, pregunté con urgencia: ¿Hay alguien aquí que sepa bendecir? Una mujer se acerca y me dice: "yo puedo". Pidió un vaso con agua y mientras ella bendecía el agua, uno de los invitados saca su teléfono y toma una foto de lo que llevo en las manos y dije: " no es momento para fotos". Bajó la cámara, los demás se acercaron a observar y la mujer empezó a derramar agua sobre el pedazo de carne. Podía sentir como el agua me provocaba un ardor  terrible y justo antes de que ella pudiera comenzar a hablar la habitación cambió de color y el ambiente se tornó distinto. Instantáneamente, todos cayeron al piso desmayados. No me lo podía explicar. Mis manos estaban limpias y justo cuando pensé que todo había terminado, volteo y veo a un niño con una expresión anciana o no lo sé, tenía ambas descripciones, yo sabía que era un niño y un anciano a la vez. Su piel parecía derretida y era negra, justo como el carbón. Se abrazaba a sí mismo y antes de que yo pudiera decirle algo, sonrió y de la nada empezó a brotar agua de su cabeza, esto era simultáneo con la forma en que se desmoronaba hasta no dejar una sola huella de él. El piso estaba lleno de agua, sí es que era eso en realidad, me agaché y antes de que lograra tocarlo, el miedo se apoderó de mi y mis pensamientos recayeron en mi madre. Traté de detenerlo pero no pude atraparlo completamente. Me levanté y corrí hacia la entrada en busca de los puentes y a lo lejos veo a mi madre con la tez pálida y las mismas protuberancias que le vi a mi hermana. Viene contra mi. Regreso al salón y los que me ayudaron en el salón de fiestas estaban de pie, pálidos y con el mismo mal. No tengo a dónde ir. Una mujer se me acerca y la voz con la que se expresa no es de ella, por mi mente cruzó la certeza de que estaban poseídos y no me había equivocado. No sabía qué hacer y lo primero que hice fue darle un puñetazo que deformó su ojo derecho. En reacción, los demás me agarraron de los brazos y antes de saber que me lastimaría, se me nubla la vista.

Despierto. Estoy acostada a lado de un ventanal con vista a la ciudad. Es de noche y el cielo está lleno de estrellas y mi fascinación se encuentra embelesada por la luna llena que parece estar mas cerca que nunca. Por un momento reparo que es la misma ventana del salón y me incorporo. Frente a mi hay varias siluetas negras que duermen, cada una de ellas tiene forma humana de diferentes maneras. Sé que puede ser peligroso y quiero huir. Me doy cuenta que estoy en una camilla y tengo puesta una bata con pequeños lunares azules. Intento levantarme por la otra orilla cuando levanto la vista y veo a un muchacho de aspecto demacrado y huesudo, su tez era trigueña (posiblemente) y sus ojos hundidos y cansados. Llevaba puesta una chamarra negra que le quedaba demasiado grande y tenía la cabeza cubierta. Me dio la mano diciendo: " ven, vamos a la azotea". Tomé su mano y bajé de la camilla. Pensé, "cualquier lugar es mejor que este". Caminamos en medio de las sombras y antes de cruzar un pasillo, volteé a ver a una sombra de aspecto masculino, sobre su hombro se posaba una mano pálida y decidí no mirar más. El muchacho me llevó hacia el fondo del pasillo pero no podía ver absolutamente nada. Caminaba con precisión agarrada de la mano de ese desconocido, podía sentir sus huesos a través de la piel, no había carne en ellos. Seguí caminando y escuché una voz que se me hacía familiar. Mi voz. Conforme caminaba, decía:" despierta... Despierta... Despierta... ". Después sonó con mas urgencia:" ¡Despierta! ¡ despierta! ¡DESPIERTA!" en el fondo, podía escuchar una melodía conocida...

Cuando estaba volviendo en sí, me escuché a mi misma decir: "despierta". En ese momento abrí los ojos difícilmente y la melodía que sonaba como eco, era la alarma del celular avisando que eran las 8:10 a.m.
Y ese ha sido el sueño mas extraño de toda mi vida.

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